La next gen de Ubisoft: Assassin’s Creed Valhalla y Watch Dogs Legion
No hace mucho comparaba con un compañero del medio a Ubisoft con Marvel. Creo que la comparativa es algo tramposa, pero no falta de fundamento. La empresa originaria de Francia, y que llegó a convertirse en la empresa de videojuegos más importante de Europa (ahora desbancada notablemente por CD Projekt RED), ha dado a luz algunas de las franquicias más importantes del mundo del videojuego. Lo ha hecho basándose en una política de desarrollo enfocada a los grandes consumidores, al entretenimiento puro y duro, en definitiva, a la idea de “gustarle a todo el mundo”. Sus incursiones en la next gen son apuestas sobre seguro: secuelas de grandes sagas que han arrojado buenos números en el pasado: Assassin’s Creed Valhalla y Watch Dogs Legion. Llegan en las “viejas” consolas y con parches de actualización para la generación de Playstation 5 y Xbox Series X/S.
Y lo hacen a sabiendas de que ofrecen una fórmula reconocible que se aplica a todas sus producciones y siempre genera éxito.
¿No os suena un poco al universo cinematográfico de Marvel?
Por lo que ofrecía esta comparativa es porque tanto la empresa francesa como la filial de Disney se caracterizan por haber encontrado una fórmula propia a prueba de riesgos. También, me temo, a prueba de imaginación.
A comienzos de la pasada generación de consolas, Ubisoft apostó por una nueva licencia: Watch Dogs, una historia de hackers, un futuro distópico, una ciudad domotizada al alcance de nuestro teléfono y el downgrade más bestia que se ha visto en los últimos años. Aún así, la propuesta era verdaderamente interesante, y aunque fue ampliamente criticado por su tono demasiado “gris”, muy serio, justificó una secuela que se desmarcaba en su guion, elegía una nueva ciudad y un nuevo grupo de hackers para terminar de redondear la obra. Aunque en lo personal prefiero la primera entrega, con este segundo capítulo Ubisoft parecía haber encaminado la propuesta hacia una tercera parte que aglutinara lo mejor de ambas: la epicidad, el desenfreno, la locura y lo gamberro unidos en un Londres distópico donde cada personaje que ves por la calle es controlable y susceptible de formar parte de una revolución. Watch Dogs Legion hacía su aparición con una potente base jugable, una tecnología de escándalo y la promesa de tener un pie en las dos generaciones.
Pero a veces, cuando tienes un pie en el futuro y otro en el pasado, te c**as en el presente.
A Watch Dogs Legion le pierden dos cosas: su falta de coherencia y su necesidad de ser grande y estar lleno de cosas. Su miedo al vacío de contenido, a aburrir. Porque el hecho de poder reclutar a casi cualquier personaje para nuestra causa (y de verdad que esto es así: hay una enorme cantidad de NPCs con los que podemos jugar y que podemos hacer “nuestros” con solo hablarles por la calle) parece una característica realmente del futuro y entronca con un discurso de grupo contra el sistema que es una buena manera de acercarse a un guion que, sin embargo y pese a sus buenas intenciones, hace aguas por todas partes. Y es que la falta de coherencia en Watch Dogs Legion para con su propia narración es pasmosa: nos enfrentamos a la corrupción y la violencia usando… la corrupción y la violencia. Robamos, matamos, allanamos, para evitar que eso mismo lo hagan con la población. ¿Es que nadie ve el problema en ese razonamiento? Pues el juego parece no hacerlo, porque además desperdicia muchas de las mecánicas de infiltración y pirateo para centrarse de forma exasperante en la confrontación: o nos enfrentamos a tiro limpio, o contra drones, o usando máquinas… El caso es que el recurso de la pelea abierta se utiliza mucho más de lo que nos gustaría en un guion que se presta a las acciones a distancia, a los trucos, el espionaje, la infiltración. Pierde la oportunidad de ser sutil allí donde los videojuegos pecan de simples y da la sensación de querer parecerse más a un GTA que a un Metal Gear. Claro, los números son los números y las ganas de gustar mandan; del mismo modo que Marvel nunca será capaz de lanzar una cinta basada en uno de sus personajes del corte de Joker (Todd Phillips).
Por separado, los elementos de Watch Dogs Legion son atractivos: la recreación de Londres es sobresaliente, así como su diseño, propuesta artística, las mecánicas (si exceptuamos la IA y algunos problemas en lo que a conducción de vehículos se refiere) están pulidas y el juego presenta mucho contenido. Quizás demasiado, pero esto ya es algo subjetivo. Ciertamente el fan de la saga lo va a disfrutar de lo lindo y es un buen lanzamiento, pero es una oportunidad desaprovechada: la oportunidad de recoger el testigo de sagas más arriesgadas y ofrecer un guion a la altura; de aprovechar sus puntos fuertes y reforzarlos en lugar de afanarse en tachar de la lista del “mundo lleno de iconos” todos y cada uno de los objetivos.
Pese a estos problemas, ofrece acción, un apartado gráfico de escándalo y una propuesta divertida. Juega a darnos libertad, aunque a veces rompe sus propias mecánicas con personajes y utensilios que hacen que todo se vuelva demasiado fácil. De nuevo, elementos que juegan en contra del conjunto.
La nota más amarga es lo que tiene que ver con el apartado next gen, pues no he sido capaz de actualizar el juego a su versión de Playstation 5. Supuestamente es un paso sencillo y gratuito, aunque hay gente experimentando problemas en algunos títulos. A mí me ha ocurrido con Watch Dogs Legion que, si ya me ha puesto las cosas difíciles para que me guste, ha rizado el rizo negándose a actualizarse. Aunque me suena que este es más bien un problema de Playstation y no de Ubisoft.
Por suerte, la saga histórica de la empresa gala ha llegado para salvar el momento. En el último momento, Assassin’s Creed da la campanada con un Assassin’s Creed Valhalla del que tuve la suerte de saber antes de su anuncio oficial con una extensa entrevista a sus responsables.
Esta vez, la saga de Asesinos y Templarios continúa con la estela abierta en sus inmediatas precuelas (que establecían una suerte de trilogía clásica) y nos transporta hasta la Inglaterra del siglo X. Controlamos a la vikinga Eivor (o al vikingo, como gustéis) en su lucha por colonizar nuevas tierras, lograr enterrar el pasado (o vengarlo) y abrirse paso a hachazo limpio hasta el Valhalla. Con este título Ubisoft hace realidad muchas de las fantasías húmedas de los fanáticos de la saga (solo quedan los samuráis y la guerra de Vietnam y yo me doy por satisfecho), pero también explora muchas de las mecánicas que venían estableciéndose en la saga desde Origins y Odyssey. Un viraje hacia el rpg que le ha sentado muy bien a la saga, pero que se refina con este Valhalla: mejores combates, mejor exploración, nuevas mecánicas y un apartado gráfico y artístico que destaca sobre todos los anteriores. Ubisoft ha mimado su gallina de los huevos de oro y esto se nota.
Como ocurriera en el ciclo pasado con Black Flag, Valhalla se presenta para despedir esta generación y dar la bienvenida a la siguiente. Lo hace con estilo, con un juego que se conoce a sí mismo, que da más de lo mismo, cuando lo mismo es dar un producto cuidado y trabajado. Cierto es que peca de lo mismo que los anteriores: una falta de interés general en la historia y demasiadas misiones de recadero, pero se esfuerza en apartarse de eso y nos ofrece un plantel de personajes que evoluciona, nos da un campamento que cuidar, unos NPCs de los que preocuparnos. Aunque son unos pasos tímidos, una sonda, a ver cómo reacciona el jugador fan, pero es algo. En Valhalla podremos construir y cuidar de nuestro asentamiento, pero también invadir y saquear templos, establecer acuerdos, elegir cómo nos encargamos de los enemigos de nuestra orden; nos deja la libertad de explorar un mundo rico en detalles, verdaderamente bello, y trae de vuelta lo mejor de la saga (la navegación, la exploración, los tesoros escondidos).
Assassin’s Creed Valhalla es más violento y más dinámico que los anteriores, pero también es, a su modo, más oscuro y misterioso. A ratos se me ha olvidado que estaba jugando un título de la saga, y de pronto una puerta al futuro me devolvía a la realidad. A nivel técnico es donde mejor se ve el mimo que se le ha puesto, aunque esto no está exento de algunas sombras. Lo empecé jugando en Playstation 4 y lo actualicé a Playstation 5 en cuanto tuve la consola (con este no hubo problemas), y se nota la soltura gráfica, el dinamismo, las mejoras en la iluminación, pero también trajo consigo una serie de bugs que no estaban en la versión anterior. Lo primero, el sonido, que sufrió problemas graves hasta el punto de no poder oír las voces. Después, problemas gráficos de diversa índole (personajes que se atascaban en el escenario, agua que desaparecía, animales que se fundían con la roca…) que me fueron haciendo el camino árido. Tras un tiempo, los problemas pasaron gracias a los parches y ahora el juego se mueve bien.
La historia de Eivor flojea, porque en la saga hace tiempo que los guiones hacen aguas por todas partes, pero aún así nos da lo suficiente como para querer continuar. Las nuevas mecánicas de asalto, saqueo y conquista se disfrutan bien y encajan con un conjunto que está, una vez más, lleno de elementos. Se nota el esfuerzo en las misiones secundarias de darnos algo más: pequeños eventos que cuentan historias ligeras, algo similar a lo que nos encontramos en grandes estandartes del género como The Witcher. Y aunque aún no llegan a donde queremos que estén, se agradece el esfuerzo.
El combate es divertido, tiene un peso principal en el conjunto y está bastante pulido, siendo este el juego menos centrado en el sigilo de la saga y más abiertamente peleón. Cosa que no es disonante con su narración. Hay muchos tipos distintos de enemigos y la variedad se agradece, como también hay multitud de armamento, escudos, utensilios, un árbol de habilidades lo suficientemente rico y algunos combates contra jefes de asentamientos y templos que pueden llegar a ponernos las cosas muy difíciles.
En lo que más ha ganado la saga a lo largo de su historia, es en la recreación histórica. Hay muchos elementos sobre el folclore vikingo, su mitología y su idiosincrasia que, si nos documentamos, veremos reflejados en el título. Pero ya no solo eso: también veremos un escenario rico en detalles, con un apartado técnico tan espectacular que ayuda a una inmersión total. Valhalla sabe que su escenario es bonito y lo muestra en todo su esplendor: los efectos de luz están muy cuidado, la paleta de colores es elegante y hermosa y el hud da un paso hacia atrás para no entorpecer la visión.
Todos los añadidos han sumado e incluso multiplicado, dando como resultado un conjunto muy coherente y espectacular.
Es fácil (en general) criticar a Ubisoft por tener un patrón demasiado marcado en sus juegos, pero es innegable el esfuerzo que hay detrás de la saga Assassin’s Creed. Un esfuerzo que ve su recompensa en Valhalla, uno de los mejores títulos de la saga hasta la fecha, en mi opinión (que no me dejo llevar por la nostalgia y hace tiempo que pasé página de la saga de Ezio).
No es momento de dormirse en los laureles. Con la transición hacia la nueva generación de consolas, Ubisoft nos da una de cal y otra de arena: Watch Dogs Legion se ha quedado lejos de lo que podría haber sido. Por el contrario, Assassin’s Creed Valhalla ha estado a la altura de las circunstancias y se perfila como un cierre de la trilogía del mundo clásico sublime.
Con la vorágine de lanzamientos pesados y nuevas posibilidades de las consolas, en las oficinas de Ubisoft deben estar haciéndose la misma pregunta que nosotros: ¿qué será lo siguiente?