‘El poder del perro’: duelo de masculinidades

3 marzo, 2022Lara Escobar

Tras 12 años alejada del largometraje, Jane Campion vuelve con El poder del perro, una adaptación de la novela homónima de Thomas Savage de la que se ha encargado tanto de su dirección como de su guion. La película lidera las nominaciones de los próximos Óscar y se ha erigido como una de las favoritas a llevarse los galardones más codiciados, como el de mejor película, mejor directora o mejor actor. Con un ritmo pausado, Campion se toma su tiempo para hilar con mucho cuidado un relato cargado de emociones que se precipita hacia un final vertiginoso, pero medido con precisión.

El poder del perro narra la historia de los hermanos Burbank: Phil —Benedict Cumberbatch— y George —Jesse Plemons—, quienes dirigen conjuntamente un rancho en Montana durante los años 20. George se casa con Rose —Kirsten Dunst—, una mujer viuda que vive con su hijo Peter —Kodi Smith-McPhee—, que cuando se mudan a la propiedad Phil comienza a atormentarlos sin piedad. En el centro de este drama con aroma a western se entrecruzan la añoranza empedernida, la frustración vertida en forma de crueldad, y la latente voluntad de amar. La cinta nos sitúa en un relato protagonizado por un elenco de personajes mayoritariamente masculinos. La masculinidad —o más bien, las masculinidades— constituye precisamente uno de los temas principales que subyacen en la trama: la interacción entre los distintos tipos de masculinidades que encarnan los personajes permite, simultáneamente, ahondar en sus personalidades y especular sobre sus experiencias pasadas. La película coloca el foco sobre el momento presente, y opta por hacernos llegar el pasado a través de retazos y recuerdos de los protagonistas en una narración que apuesta por la ambigüedad y la sutileza.

La huella del pasado

El primer ejemplo de estas tensiones entre masculinidades se nos muestra en la relación entre los hermanos Burbank. Phil se presenta como una figura de autoridad en el rancho: es a quien siguen y observan con admiración sus trabajadores por su tosco carisma y su inagotable sabiduría, heredada de su mentor Bronco Henry. Es perspicaz, pero ácido, y su crueldad llega a tal nivel que sugiere que es producto del resentimiento. Por su parte, George es prácticamente la cara opuesta de su hermano: sensible, empático y con una cierta tendencia a la pasividad. Sus trabajadores no le miran ni respetan como a Phil, quien capa al ganado con sus propias manos y puede ver la sombra del perro en las montañas, otro detalle que revela las distintas formas de ver y comprender el mundo de los hermanos.

A los Burbank, sin embargo, no solo les separa esta notable diferencia, sino que su relación con el pasado también parece ser causante de su desapego en el presente. Phil mira al pasado, a esos días de recorrer las montañas y cazar animales, con una gran nostalgia y cariño. Para George el pasado está enterrado, y mira hacia el futuro ávido de cambios. La brecha que se abre entre los dos se amplía cuando se nos revela la auténtica razón por la que Phil se aferra a esa época con tanto empeño, ya que no es ni más ni menos que el intento desesperado por no desprenderse del recuerdo de Bronco Henry, por el que profesaba un amor que iba más allá del que puede haber entre un alumno y su maestro.

Sensible brutalidad

Más allá de George, la relación que tendrá un gran peso en la película es la de Phil y Peter, el hijo de Rose; el enfrentamiento entre los modelos de masculinidad que presentan uno y otro será prácticamente fatídico. Peter es un muchacho sensible, y desde su primer encuentro es blanco de ataques por parte de Phil y su escuadrón por ser un chico «afeminado». En cierto modo, Peter encarna una amenaza indirecta a la masculinidad del ranchero por el simple hecho de ser codificado como homosexual por sus ademanes y carácter, por lo que sus ataques son una forma de reforzar y demostrar su hombría ante el resto de hombres que le rodean.

En una película en la que ninguna escena sobra, hay dos escenas en las que se expone la relación de estos dos personajes con los animales y no sirven solo el propósito de ejemplificar el carácter y la masculinidad que desempeñan ambos, sino que siembran pistas sobre el desenlace de la historia. En una secuencia, Phil agrede furioso a un caballo, dejando entrever su comportamiento brutalmente impulsivo y violento. Mientras, en otra escena, Peter disecciona un conejo: un ejemplo de su toque metódico, racional y en cierta manera sensible, pero no por ello menos letal cuando desea serlo.

En El poder del perro, Jane Campion logra confeccionar un relato sensible, pero intenso, en el que lo cruel es despojado de su poder y la vulnerabilidad se alza como un arma de doble filo que puede herir a quien la empuña. El brutal cierre final de esta cinta nos demuestra que, a veces, el depredador más peligroso es aquel que estudia detenidamente a su víctima y ataca de forma certera. El perro que más ladra no es el que más muerde.

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