Burbujas para compartir

Hay videojuegos que se te incrustan en las entrañas, que te atrapan de una manera insalvable y te empujan a jugar una y otra vez. Títulos que nunca envejecen, a los que estás dispuesto a regresar en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Esa maravillosa sensación de disfrute que nos ofrece el acto de jugar puede llegar a convertirse en adicción, pero nunca algo tan aparentemente peyorativo puede ser tan gratificante cuando se trata de compartir un buen rato con amigos. Puzzle Bobble reúne todos esos calificativos: es divertido, amable y, en el buen sentido del término, terriblemente adictivo.

Permítanme que les cuente una anécdota en torno a este videojuego parido a principios de los ochenta. Hace aproximadamente ocho años, cuando Héroes de Papel todavía estaba despegando, la empresa Factory Arcade nos obsequió con una bartop, una máquina arcade repleta de juegos clásicos, muchos de los cuales ya habíamos disfrutado tiempo atrás cada uno de los miembros de la editorial. Fue un viaje al pasado en toda regla, un regreso a los salones recreativos, un retorno a nuestra infancia. La máquina había sido diseñada con la misma estética de un libro que veía la luz por aquel entonces: Continue Play: Historia de las máquinas recreativas, escrito por los geniales Jesús Relinque «Pedja» y José Manuel Fernández «Spidey». Durante mucho tiempo, la máquina nos acompañó a muchos de los eventos y ferias en los que ha participado la editorial, funcionando como un excepcional reclamo para el público en el stand de turno. Pero sobre todo, esta máquina ha sido una fiel compañera en nuestra oficina, una aliada inquebrantable en nuestros pequeños ratos de respiro durante cada jornada laboral, el break perfecto para desconectar por un momento de las responsabilidades diarias y para hacerlo en compañía. Lo más curioso de todo es que de los cientos de juegos instalados en la máquina, apenas hemos jugado con cierta asiduidad a un par de ellos. Increíble pero cierto. Y ya pueden imaginar cuál es el título que ocupa el primer lugar en el podio de nuestros ratos libres. En efecto, muchos cafés han ido acompañados de una partida a Puzzle Bobble. Y poco a poco, el título de Taito se ha erigido en el principal objeto de rivalidad sana con el que poner a prueba nuestras habilidades a los mandos de una arcade en Héroes de Papel. Una rivalidad que se ha traducido en la disputa de una desmedida cantidad de partidas. Y muchas otras que todavía nos quedan por jugar. 

No es de extrañar, por tanto, que hace unos meses recibiéramos con especial entusiasmo el anuncio de una nueva revisión de este amado título. Acostumbrados como estábamos a competir en el juego clásico –hasta el punto de organizar torneos épicos en los que nos hemos reído y nos hemos tirado los trastos a la cabeza a partes iguales (cosas de la competitividad)–, no deja de resultar anecdótico el hecho de que lo que más me haya llamado la atención de este nuevo Puzzle Bobble Everybubble! sea su faceta de juego cooperativo. La posibilidad de jugar en familia o con amigos es algo sencillamente maravilloso. El modo Historia lo permite, y esto, por sí solo, ya es un aliciente importante. Pero el verdadero acicate está en las diferentes opciones multijugador que nos ofrece. Ya en el menú principal podemos optar por jugar contra otro jugador, ya sea en modo local o en línea. Más sorprendente es el modo Puzzle Bobble vs Space Invaders, donde tendremos ocasión de resucitar el videojuego clásico al que hace alusión pero sustituyendo los extraterrestres invasores por burbujas de colores, y manejando a nuestros simpáticos dragoncitos en lugar de la habitual máquina espacial, mientras esquivamos los incesantes rayos que caen desde el cielo de un escenario interestelar ambientado para la ocasión. Hasta cuatro jugadores, con marcadores de puntuación separados, podrán sumarse a este divertido reto que nos empuja a repetir una y otra vez con el objetivo de mejorar los resultados obtenidos. A su vez, conforme avancemos en el modo Historia, desbloquearemos la Torre de los Barones, uno de los modos más entretenidos para jugar en compañía. Aquí el desafío se encuentra en alcanzar las puntuaciones marcadas por el propio juego, además de ir superando nuestras propias puntuaciones en cada nueva partida. Lo interesante es que, en función del número de jugadores que participen en la partida, el juego contará con un diseño específico adaptado. Esto ocurre en cualquiera de las modalidades mencionadas y resulta francamente gratificante.

Por lo demás, esta nueva versión de Puzzle Bobble resulta decididamente refrescante. Pese a que la jugabilidad continúa siendo la misma de siempre, se han introducido pequeñas novedades en sus mecánicas que suponen un aire de renovación que justifica sobradamente esta nueva puesta de largo. Puzzle Bobble Everybubble es un título que, conservando su espíritu más clásico, consigue ser de nuevo especialmente entretenido, sobre todo –insisto– cuando jugamos en compañía. Hay burbujas grises que cambian de color cuando entran en contacto con otras burbujas especiales; bombas que al explotar derrumban una buena parte de las estructuras que cuelgan de la parte superior del escenario; burbujas que muestran la trayectoria que van a seguir antes de ser lanzadas; otras que añaden tiempo extra… Todo con tal de ir superando un escenario tras otro mientras tratamos de conseguir las tres estrellas disponibles en cada uno de ellos, algo que determinará el tiempo empleado para hacerlo. Así, mientras avanzamos en la aventura principal, iremos desbloqueando una serie de objetos y complementos con los que personalizar cada uno de los personajes disponibles en el juego, siempre con el incentivo de querer superar nuestros tiempos y mejorar las puntuaciones conseguidas. Y poco más –que no es poco–.

De momento ya he conseguido reunir a toda la familia frente a la pantalla del salón para jugar a esta versión renovada de Puzzle Bobble. El siguiente paso es convocar a mis compañeros de Héroes de Papel para ver hasta dónde somos capaces de llegar jugando de forma cooperativa, pues en este apartado –insisto otra vez– es donde brilla especialmente el título que nos ocupa. Pero no prometo nada. Al fin y al cabo –y permítanme el recurrente y facilón juego de palabras– seguimos dentro de nuestra propia burbuja, y en ella solo nos importa competir.