‘Superman: Identidad Secreta’: el humano detrás de la S

8 enero, 2021Pedro de la Rosa Gil

Una de las cosas que he escuchado mucho cuando hablo de cómics de superhéroes es «lo siento, pero me parecen todas las historias iguales». Se refieren a ese círculo, ese bucle en el que muchas veces encerramos a los superhéroes de lucha contra supervillanos. Primero tenemos a Batman enfrentándose al Joker, después al Espantapájaros, después a Bane, y la lista sigue. O quizás tengamos a Daredevil luchando contra Fisk, para después luchar contra Bullseye, y más tarde contra Ikari. Entre peleas podemos encontrar momentos de respiro en los que avanza una trama personal que llena de problemas a nuestros personajes, algo que agradecemos para poder profundizar en las convicciones y pensamientos de nuestros héroes. Y, cuantos más cómics de superhéroes leemos, más valoramos esos momentos. Terminamos buscando obras como Daredevil Amarillo o Batman: Azoteas, en las que la trama circula única y exclusivamente en la exploración de la parte humana de estas súperfiguras. Valor narrativo frente a la acción.

Pero aquí hemos tomado dos ejemplos bastante fáciles. Tanto Batman como Daredevil están marcados por un pasado personal, por una convicción racional que nosotros, como lectores, entendemos y podemos hasta compartir. De hecho, sus pasados dan pie a muchas historias en las que explorar su psique. Pero si nos vamos al otro lado de la balanza, encontramos a un personaje que es puro ideal, algo tan irracional que choca con la incredulidad: Superman. Un personaje bueno por naturaleza, afable, justo,… puro. Pero, a su vez, con los poderes de un dios que en cualquier momento podría esclavizar a todo el planeta si quisiera —futuro alternativo que vimos en Injustice: Gods Among Us—. Pensamos en él, en su pasado idílico en un pueblo pequeño, rodeado de gente que le quiere a cada paso que da, y que terminan por convertirlo en una persona tan buena que… que no podría existir en nuestro propio mundo. O eso podemos llegar a creer., terminando por crear un personaje al que es difícil acercarse para los nuevos lectores.

Pero sí que es más fácil acercarse a un joven con problemas. Un chico que, fruto de esa crueldad infantil, es ridiculizado por su parentesco con un personaje de cómic para niños pequeños. Un chaval cansado de que no se centren en conocerlo a él, y que hasta su familia se queda en la superficialidad de que se llama Clark Kent. Un adulto que decide dedicarse a la escritura, su vocación, y que en su trabajo en la prensa siguen sin tomarle en serio por un nombre que él no pudo escoger. El Clark Kent de Superman: Identidad Secreta es, a primera vista, una persona como cualquiera de nosotros, con sus problemas y conflictos. Es esa conexión que podemos hacer con el personaje lo que da un valor real a este título, que destaca dentro del océano de cómics protagonizados por el kriptoniano. Porque en este título no hay peleas épicas, supervillanos brillantes o pérdidas descorazonadoras. Este título es una oda a lo que significa realmente ser Superman.

En Identidad Secreta, vemos a un Superman más humano que nunca

Con este objetivo, la historia no sigue una linealidad, sino que nos lleva a cuatro puntos diferentes de la vida de Clark con el objetivo de mostrarnos a la persona detrás de los superpoderes. Y de qué mejor manera que siendo narrada por el propio protagonista. La primera parte, Smallville, la he desglosado ya un poco. Un joven Clark Kent, cansado de que tanto su familia como sus compañeros de clase no se molesten en ver lo que hay más allá de su nombre y apariencia. Pero, además, es un momento de descubrimiento, y no solo porque este se dé cuenta de que tiene superpoderes, sino por una idea que estamos más que acostumbrados a ver en las historias de súpers: responsabilidad. Aquí, Clark se encuentra en una posición en la que nosotros, los lectores, nos hemos imaginado incontables veces. Ese «¿y si tuviera superpoderes?». Su primer pensamiento es enseñarlo al mundo, que todos vean lo que es, volverse famoso, y a partir de ahí recibir el reconocimiento y respeto que no ha recibido en su vida. Pero la responsabilidad se muestra en la forma de una periodista dispuesta a causar un accidente para demostrar que él es Superman, una explosión y cientos de heridos y muertos que habían ocurrido por su deseo de mostrarse al mundo sin pensar en las consecuencias de sus acciones. Esta primera presentación pretende mostrarnos el valor de la identidad secreta a partir de los parámetros de nuestro propio mundo, y no con esa excusa de que los supervillanos atacarían a nuestros seres queridos —algo que, en cierto modo, también es real—, sino más bien el sentimiento individualista que impera en nuestra sociedad, esa idea de que si algo no me beneficia a mí personalmente no tiene sentido hacerlo. Aquí se asienta la base del ideal que simboliza Superman sin que, como dije anteriormente, choque con nuestra forma de pensar.

Entramos en la etapa adulta de Clark en el segundo acto, Metrópolis, que en este caso tiene lugar en la ciudad de Nueva York. Las acciones que tuvieron lugar en su infancia lo han marcado, alejándolo del mundo en el que vivimos por miedo a que vuelva a ocurrir lo mismo, en palabras del propio cómic «Tienes una perspectiva poco habitual, Kent. Como si vieras el mundo desde fuera. Como un observador externo, no como un participante». Esta descripción se ciñe bastante a lo que solemos ver en los diferentes números de Superman, un personaje que lucha por mantener las cosas como están, sin involucrarse en el mundo en el que vive lleno de injusticias más allá de los villanos y accidentes que cubre. El primer número nos muestra su crecimiento como súper, y este nos muestra su crecimiento como persona a través del sentimiento más humano de todos, el amor. El cual, cómo no, viene de una Lois. Para entender el peso que los sentimientos humanos tienen en él primero nos encontramos con un conflicto también racional, el gobierno estadounidense le tiende una trampa para capturarlo y estudiarlo (algo que todos esperamos). Es después de escapar que empieza a usar las gafas para cubrir su identidad, dando además una explicación para cubrir otra de “esas incredulidades” del personaje: «Son para que un tío que sólo me ha visto unos días, a través de cristal y fluidos, no me reconozca si me ve desde la acera de enfrente». Esta situación introduce el miedo en la vida de Kent, un sentimiento que le hace ser más precavido y que le empieza a afectar en su vida personal, siendo incapaz de trabajar o de mantener una relación estable con Lois. Pero «estando allí, estando con ella… Ya no estaba nervioso. Me sentía mejor: Más apoyado. Conectado. Yo importaba. Volvía a ser Clark. No un objetivo. Ni mi trabajo, ni mis poderes, solo Clark. Este era mi sitio. Y podía verlo en sus ojos, en su sonrisa». ¿Qué mejor forma de definir la importancia del amor en él? El miedo es algo con lo que todos vivimos día a día, y cada uno de nosotros encontramos la forma de enfrentarlo, con o sin superpoderes. Así, nuestro idílico amigo se termina de volver un personaje con motivaciones y razones más cercanas a nuestro razonamiento, más cercanas a nosotros.

Seguir profundizando en la historia podría hacer que os perdierais uno de los grandes títulos que el universo superheroico os puede ofrecer. Ya no solo por el valor que le da poder hacer a Superman un héroe más accesible y comprensible, sino por lo que hace para todos los superhéroes. Es una historia emotiva, en la que el cariño hacia los personajes no para de emanar con escenas como esa doble página del primer vuelo de Clark o cómo le termina contando su secreto a Lois. Un cómic de súpers no es solo supervillanos, grandes batallas y grandes perdidas, también es la historia de una persona intentando hacer el bien aunque todo a su alrededor luche por que no lo haga. Superman: Identidad Secreta es un título que, al final del día, consigue humanizar al alien más famoso del cómic. Porque, en palabras de Clark Kent, «puede que tuviera una «identidad secreta», pero si piensas en ello, ¿no la tenemos todos? Hay una parte de nosotros que poca gente llega a ver. La parte en la que pensamos como ‘yo’. La parte que afronta los asuntos importantes. La que toma las elecciones reales. La parte de la que todo lo demás es reflejo».

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