Entrada sin título sobre Untitled Goose Game
La búsqueda de nuevas formas de innovar es el pilar esencial en la historia de los videojuegos, ya que gracias a ellas han nacido los diferentes géneros, y más tarde han surgido diferencias dentro de cada uno de ellos. A día de hoy hay juegos que se caracterizan únicamente por tener una historia o mensaje profundo, como quizás Inside. También hay juegos que se caracterizan por una jugabilidad o diseños de niveles diferentes, como Furi o Crypt of the Necrodancer. En esta búsqueda de la innovación aparece un juego que, desde un punto de vista crítico, no resalta en ninguna de sus facetas, pero que sin embargo embauca a cada una de las personas que lo ven, impulsándolos a la necesidad de jugarlo: Untitled Goose Game.
Con unas mecánicas bastante simples, en las que la jugabilidad se basa en coger cosas, correr y graznar, y una historia inexistente, ya que el juego se centra en una serie de listas de cosas que hacer en el mapa, como conseguir colarte en el jardín del granjero o robarle las llaves al mismo, el título se conoce a la perfección y aprovecha su entorno al máximo, ya que no pretende crear ninguna expectativa superior sobre lo que él mismo ofrece ¿Pero entonces por qué recomendarlo? ¿Por qué este juego es tan atractivo para el público?
Su éxito se debe a una característica que otros juegos ya habían explotado de formas diferentes: el placer de causar el caos. Muchos juegos han conseguido su éxito gracias a ello, incluso recompensándote por causarlo, como podría ser GTA V, en el que si comprabas acciones de una aerolínea y destruías con un bazooka los aviones de las compañías rivales el juego te recompensaba con que el precio de tus acciones ascendía, o Doom, que consigue destacar, entre otras cosas, dentro de un género lleno de competidores, gracias al caos que se genera en sus escenarios. Y es este caos el que consigue que, un juego que a primera vista no debería ser gran cosa, se convierta en título remarcable y divertido como ningún otro lo ha sido en bastante tiempo.
En Untitled Goose Game, como su propio nombre indica, protagonizas las aventuras de un ganso, que va arruinando las vidas de los que les rodean a su paso por un pequeño pueblo, consiguiendo que todo el mundo odie a los gansos. Desde molestar a un jardinero hasta, muy posiblemente, causar un trauma a un niño que quizás nunca más pueda disfrutar de los parques por miedo a que aparezcan gansos, vas a pasar por una serie de niveles diferentes que vas desbloqueando tras terminar la lista de tareas del nivel anterior. Es un juego bastante corto, y que, al carecer de una historia lineal, puedes ir jugando poco a poco, sin el miedo a que la historia que narra te absorba, creando esa necesidad compulsiva de seguir jugando hasta terminarlo para saber qué ocurre. Aquí sabes en todo momento qué es lo que va a ocurrir en el siguiente nivel: vas a causar el caos absoluto en una monotonía constante como es la vida cotidiana en la época que vivimos.
Y no es como si ahora fuera a empezar a decir cosas malas de él. ¿Qué puedes decir malo de un juego que no tiene nada y aun así consigue ser bueno? Pues quizás que es corto y poco rejugable, ya que, una vez que has realizado todo el caos que podías imaginar, no queda otra opción más que avanzar al siguiente nivel en busca de la próxima víctima, de la próxima persona inocente que te abra las puertas de su hogar solo para recibir a cambio el odio definitivo hacia esta especie aviar.
Si después de todo lo que has ido leyendo sigues sin estar convencido de que estás ante un juego que necesitas jugar no sé que más te puedo decir. Solo imagínate un día normal y corriente de tu vida, llegas reventado a tu casa y lo único que quieres es desconectar, porque estás ya un poco cansado de ese mundo cotidiano y monótono que vives día tras día, y qué mejor forma de relajarte que ver cómo ese mundo se desmorona por culpa de un simple animalito de granja, con pinta amigable y el fuego en su interior para conseguir que todo el mundo le tenga respeto, porque para el ganso lo mejor de la vida es aplastar las cosas de la gente, verlas destrozadas y oír el lamento de sus dueños. Y es que nadie sabe cuándo ve por primera vez al ganso que las cosas están a punto de cambiar. La era del ganso acaba de comenzar.