‘Blonde’: un camino de espinas

7 octubre, 2022Óscar Baamonde

Las corrientes u opiniones, en ocasiones viscerales, desatadas en los últimos días a raíz del lanzamiento en Netflix de Blonde, lo nuevo de Andrew Dominik, responden en parte, y digo solo en parte, a una lógica o regla aplastante. El nuevo largometraje a cargo del cineasta australiano nos traslada a un universo muy particular, pero sobre todo radical tanto en forma como en contenido, a partir de aquí, el espectador abrazará o XXXX la obra por completo. En mi caso, me posiciono como ferviente defensor de Blonde, que se va de cabeza a lo mejor de este año.

Lo primero que debemos tener claro es que Blonde es una adaptación de un relato de Joyce Carol Oates, donde se ficciona la vida de la icónica intérprete Marilyn Monroe. Tal y como defendió la propia escritora a través de Twitter, Oates dijo que Blonde “obviamente no es para todo el mundo”, la cinta pone en escena una serie de elementos que generan situaciones que van de lo grotesco a lo surrealista, dejando un poso de extrema desazón y desamparo. Por si fuera poco, Dominik no da ningún tipo de tregua y estira la obra en tono y formas hasta el final con todas las consecuencias. Que algo tan significativo y grandioso como es plasmar tan eficazmente la agonía y el sufrimiento de toda una vida hasta su trágico final, que supone irónicamente el único momento de respiro para el espectador como parece que fue para ella, no haya merecido el halago ni el apunte de la crítica cinematográfica es cuanto menos sorprendente.

Los ejes temáticos

Para retratar una vida de oscuridad y tristeza, Andrew Dominik trabaja sobre dos ejes temáticos sobre los que pivotará la narración e influenciarán como flujo dramático cada paso en la vida de la cantante. Estos son: por un lado, la dualidad y enfrentamiento constante entre Marilyn Monroe, la afamada cantante, actriz y modelo y Norma Jeane Baker, la persona; por otro lado, la ausencia de la figura paternal, reflejada aquí como un lastre emocional tan potente que la perseguirá hasta el final de sus días.

Pasando a hablar de este primer punto, sobre la dualidad del personaje, pocos han reparado en que Dominik si retrata ese lado culto y su faceta como ávida lectora entre set y set de rodaje. Sin embargo, el prisma de la obra apunta a una mira contestataria, de denuncia y ahí hace énfasis en el sufrimiento como elemento constante. Como el cuchillo que raja la carne por las extremidades cada vez que Marilyn y Norma Jeane chocan frente al espejo, de ahí también las escenas de Marilyn desnuda ante el mismo. Esta dualidad provoca que Norma Jeane no encuentre su sitio, no consiga erigirse u empoderarse y tomar las riendas de su vida, una vida que aparece opacar en todo momento el mito, la icónica Marilyn. Para reflejar esta crisis, se utiliza el monólogo interior y de esa manera se proyecta la lucha de la protagonista con los demonios internos que la asolaban en todo momento.

El segundo punto, la ausente figura del padre de Norma Jeane. Este hecho traumático influenciará sus ‘dos vidas’. Este segundo eje supone una carencia emocional y afectiva básica que la llevará a buscar una figura paternal en los diferentes hombres de su vida. Esta búsqueda entroncará directamente con un conflicto crucial en su vida privada pero también en su carrera artística, los abusos de poder por parte de los hombres. Y en este aspecto se incide a lo largo de todo el metraje desde diferentes ángulos y perspectivas, bien cuando cae en las fauces de una explotadora industria, de un sediento y vomitivo productor de Hollywood o en las de un marido opresor y machista.

Un experimento radical

Si algo tiene Blonde es personalidad. Dominik decide arriesgar y escapar de todo normativismo, lo plasma en un ejercicio técnico único mientras alterna formatos y colores todo el rato, a veces hasta en varias ocasiones en una misma secuencia. Estos cambios no solo responden a una tendencia experimentadora, como es el caso del dolly zoom en la playa al desplomarse la protagonista en la arena, sino que los cambios de B/N a color y la relación de aspecto de la imagen esconden un significante emocional, lejos de toda tendencia narrativa y que explora a través de la fotografía Chayse Irvin. Todo se basa en imágenes preexistentes, que buscan retrotraernos al imaginario popular como ejemplifica también las portadas de la época recreadas al milímetro. No es una narración, es una experiencia emocional.

Cine de terror

Blonde es un drama por encima de todo, de igual modo cabe destacar que la obra se caracteriza por mantener una atmósfera pesadillesca, visceral y perturbadora en todo el conjunto. Las escenas están construidas de tal manera que es difícil que no rezume ese aroma a terror psicológico; un estilo definido a la hora de enfocar el biopic que ya hemos visto previamente con Spencer (2021) de Larraín, que bebía del cine de terror con ecos al Resplandor; y que también presentaba numerosas similitudes con esta Blonde, si bien resultando una propuesta más convencional, en otra historia sobre una figura icónica de trágico final. De aquí surge un conflicto que enraíza con la famosa escena del feto parlante, una escena que dada el contexto no se entiende su planificación ni el look bizarro planteado. La escena no capta esa atmósfera o tono pesadillesco que quizás si demandaba para reflejar el trauma existente tras el aborto espontáneo que sufre la protagonista en el pasado. En vez de abordar el momento desde un tono más en consonancia con el resto de la película, se ve una conversación bastante surrealista y absurda entre Norma y el feto, mientras éste le recrimina lo sucedido en el pasado: “no eres el mismo bebé, eres otro bebé”, contesta Marilyn. “Era yo, siempre he sido yo”, replica el feto. La conversación queda en lo que parece una angustiada Marilyn justificándose con algo así como: no era el momento, ahora sí lo es. Dentro del ejercicio formal tan preciso que exhibe Dominik, esta escena resulta errática y anticlimática con el resto de la obra.

En resumen

La naturaleza de Blonde apunta a un camino que no todos pueden recorrer. Andrew Dominik decide mostrar el infierno, vía ficción, que tuvo que enfrentar la famosa modelo, cantante e intérprete a lo largo de su vida. No retrocede desde su posición, no pone filtros mientras elucubra ideas y retuerce el corazón ni tampoco se apiada del espectador más sensible. Blonde es para quien quiera ver más allá del envoltorio y abrazar las sensaciones de una experiencia por los sentidos.

Comentarios (1)

  • Berta leon

    8 octubre, 2022 at 2:56 pm

    La actuación de Ana de armas es impresionante, una gran interpretación, la película algo aburrida y aberrante en el exceso de escenas sexuales y e imágenes asquerosas y grotescas..

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Artículo anterior Siguiente artículo