XXXTentacion: no fabriques dinamita si no sabes utilizarla

30 agosto, 2021Daniel García Raso

Como Toni Mejías, de Los Chikos del Maíz, prologuista de Hazlo todo mal. XXXTentacion contra el mundo (Antipersona, 2020), yo tampoco conocía la vertiente artística de Jahseh Dwayne Ricardo Onfroy hasta que vi la noticia de su asesinato. Desde ese momento, poco a poco, fui acercándome a su música, también conociendo su vida, llena de contradicciones, estupideces y mucha violencia, como la que presuntamente ejerció contra su novia. Y digo presuntamente porque su muerte impidió que se celebrara el juicio, y también porque Jarett Kobek, autor de Hazlo todo mal, aunque cree que lo más probable es que esos golpes y abusos se produjeran, no duda en intentar rescatar la presunción de inocencia en una época en la que parece haberse olvidado que es el pilar jurídico de la democracia. Quien quiera ver una equidistancia frente a la violencia de género es que no se entera de nada y está en el mundo porque tiene que haber de todo.

Si albergas cualquier prejuicio, no te acerques al libro, tampoco a la figura de XXXTentacion. Jarett Kobek no ha escrito un libro para llevarlo a la hoguera, tampoco para limpiar su nombre. Por supuesto no es un simple libro sobre un músico maldito. Desde la sobreexposición en las redes sociales, especialmente de los más jóvenes, pasando por el fracaso del sistema educativo estadounidense y la pobreza hasta los tejemanejes de la industria musical y la moralina interesada de la prensa blanca, todo tiene lugar en su obra, con XXXTentacion como nervio argumental.

Si te interesa comprender cómo surgen conflictos, monstruos que pueden arruinar no una vida, sino varias, es tu lectura. Para mí está entre las cinco mejores del año, y entre trabajo y placer leo más libros por temporada de los que me gustaría. Le eché el ojo el mismo día que Antipersona lo anunció, pero hasta casi un año después de su publicación no lo he leído. Y ha sido una sorpresa mayúscula. La crudeza con la que Kobek lo ha escrito es tal que por momentos parece que lo hubiera escrito el mismo XXXTentacion. La estructura externa, con capítulos rellenos de frases cortas, a veces una línea, otras un párrafo, contribuye a las ganas que te poseen por devorarlo. No es exageración: aunque no es un libro largo tampoco es corto, unas cuarenta mil palabras, e invita a que lo acabes en un mismo día.

Para Kobek, XXXTentacion fue un genio de la música contemporánea, quizás el primero del siglo XXI. Un chaval capaz de meter en una canción de dos minutos tres flows que parecen pertenecer a distintas personas, o que directamente tiene un flow para cada canción. Encasillarlo en la categoría de «rapero» es hasta superficial. Hay discos como Bad Vibes Forever, en los que solo escuchamos beats tres o cuatro veces. XXXTentacion no se acercó a otros estilos, hacía otros estilos: folk, indie, punk, pop, pospunk… Su voz podía cambiar de la melodía más sensible al grito gutural más aterrador, del susurro melancólico a la rabia salvaje y aguda, en pocos segundos. Ahí han quedado canciones como «Look at Me!», «SAD!», «LIMBO», «NUMB», «One Minute», «Take a Step Back» (con Ski Mask The Slump God) o maravillosas colaboraciones, como en «Falling Down» (de Lil Peep). Su genialidad musical Kobek la describe certeramente:

XXXTentacion suena como un animal herido incapaz de levantarse.

Suena como la persona más triste del mundo.

Suena como alguien que tuvo una sobredosis de mixtapes de The Weeknd y luego se metió un chute de tristeza pura.

*

Es una de esas voces.

Puede que haya veinte en toda la historia de Estados Unidos.

Johhny Cash, Old Dirty Bastard, Etta James, Lead-belly.

Son las que trascienden la tecnología.

Las que están ahí sin más.

Con su timbre atormentado.

Pero como decía, Kobek no se queda en la estética, y se plantea comprender cómo alguien que en muchas de sus canciones se muestra extremadamente sensible y vulnerable, era también una persona casi adicta a la violencia y las situaciones extremas. Y lo hace leyendo sus tuits, en los que XXXTentacion no escondía casi nada; Twitter como fuente documental, ya no debería sorprender.

Desde que nació en 1998, Jahseh se vio rodeado de pobreza y disfuncionalidad. Un padre ausente —sobre todo a partir de sus 10 años, que le encarcelaron por tráfico de drogas—, cambios de hogar, casas de acogida, expulsiones del colegio; con 6 años quiso acuchillar a un hombre que discutía con su madre y parecía albergar la intención de agredirla. Con 15 años había tomado más drogas que Sid Vicious en toda su vida. Robos con violencia y sin ella. Posesión de armas. Agresiones con cuchillo, a tiros y a golpes. Busca en YouTube «XXXTentacion fights» y lo comprobarás. Pidió ayuda por Twitter antes de convertirse en XXXTentacion, porque era consciente de que necesitaba una educación compensatoria. Nadie le contestó; ni los tuiteros ni ninguna institución. Murió tiroteado con 20 años. Kobek afila su análisis: «Durante los primeros dieciocho años de su vida a XXXTentacion le dijeron (el mundo, el sistema correccional, los institutos que lo expulsaron, la ausencia de sus padres, internet) que era una mierda».

Desde luego no es una justificación de sus actos, pero sí una poderosa explicación de su conducta. XXXTentacion generó víctimas como su novia Geneva, a la que también las alimañas de Twitter acosaron, y muchas otras, pero lo que no contaba la prensa propiedad de los blancos bien o mal pensantes era que él mismo era una víctima. Una víctima que pidió ayuda.

Cuando después de lanzar comercialmente «Look at Me!» comenzó a cosechar éxito y a ganar dinero, Pitchfork publicó un artículo de unas 1500 palabras que era un resumen de una declaración de 147 páginas. Sería poco razonable no creer que XXXTentacion fuera el responsable de la agresión a Geneva, sobre todo si tenemos en cuenta que tenía otras tantas denuncias por agresiones a otras tantas personas.

Para los blancos conservadores era su justificación de siempre: «¿Veis? Así son los negros»; para los blancos progresistas —«mojigatos», en palabras de Kobek— era un traspié en su estrategia: «Este negro no nos vale». Daba igual que Jahseh hubiera apoyado el matrimonio gay —a pesar de haber presumido de pegar una paliza a un gay, cosa que Kobek duda que sucediera y achaca a una fanfarronada para parecer malo—, que hubiera ayudado a personas trans en su transición —como reconoció Fifty Grand—, que tuviera una canción antiTrump —«hate will never win»—, que se arrepintiera de todos sus pecados y de denigrar a las mujeres en sus canciones… Para alguien que nace y crece en sus condiciones no hay perdón posible, sobre todo si te esfuerzas en que las cosas se tuerzan aún más, como él solía hacer: ya ganando dinero con su música, cometió un robo en una casa por un Ipad y 20 dólares. «A un negro violento se le niega la legitimidad de sus sentimientos», remarca Kobek.

Los pecados de XXXTentacion suelen centrarse en la agresión a Geneva, pero tuvo muchas más víctimas, desde su propio mánager a las personas a las que se puede ver que agrede en los vídeos de YouTube. Pero fue lo de Geneva lo que se utilizó para cancelarlo, o intentarlo, porque no se consiguió. No importaba que hubiera apuñalado o disparado a otras personas, solo que hubiera pegado a su novia. Y lo sabemos: es una conducta abominable. Pero no hay que olvidar que XXXTentacion tenía 17 o 18 años cuando eso sucedió. Si yo pienso en mí con esa edad veo una persona totalmente distinta a la que soy ahora. ¿Es imposible el perdón en este caso? Kobek observa:

No creo que meter la pata hasta el fondo cuando eres joven signifique que haya que apartarte de la sociedad.

Especialmente cuando la gente que ha metido la pata no proviene de los bastiones de privilegio y poder.

Y más en concreto cuando, como en el caso de XXXTentacion, se trata de gente necesitada que pide ayuda una y otra vez para cambiar.

En una época como la actual, con los juicios paralelos, con el insulto tuitero y la descalificación como forma de debatir, con categorías y argumentos inmóviles, creados para condenar y no para razonar, el perdón resulta imposible. Quizás tanto como la compasión. ¿Me ha conmovido la vida de un posible maltratador machista? Sí. Como también lo hizo la ficción de Mi nombre es Joe para un maltratador o Pena de muerte para un violador y asesino. Solo que el caso de XXXTentacion es real. ¿Significa que en todos los casos de violencia de género existe esta explicación? Ni por asomo. De hecho, la mayoría no tienen nada que ver con esto, sino con prejuicios y normas sociales que se arrastran desde hace siglos.

XXXTentacion no fue un icono a imitar ni un modelo para nada ni para nadie, sino que representó todo lo que se debe evitar para que las cosas salgan bien. Nos quedan sus pecados, sobre todo tres: ser pobre, ser negro y ser joven, lo que le convirtió en la carnaza perfecta para la prensa progresista bienhechora e inquisidora, a la que le daba igual su pasado, un pasado provocado por las estructuras que esa prensa progresista sustenta. También nos queda su música, un puñado de canciones diferentes, irregulares, a veces poco agradables, otras tiernas y enternecedoras, que son un testimonio del horror que supone nacer en el escalafón más bajo de la sociedad y que a esta le importe una mierda lo que te suceda.

Solo me queda felicitar a Antipersona no solo por su valentía al publicar un libro contracorriente —raro es que no les hayan llovido acusaciones de vete tú a saber qué— que huye de axiomas consensuados en departamentos universitarios de ciencias sociales y humanidades, sino también, como siempre, por su buenísima labor editorial. Después de leer el libro, por su tamaño, por su tipografía, por su traducción, por su presentación, dan ganas de meterlo en una urna de cristal y exhibirlo a los visitantes de tu casa.

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