‘Wonder Woman: Tierra muerta’: grandes riesgos, grandes recompensas
A lo largo de los años hemos visto cientos de representaciones del Apocalipsis: que si demonios atacan el planeta, alienígenas, zombies, invierno nuclear, la temperatura ha hecho que la superficie sea inhabitable, etcétera etcétera. Ya es difícil que una historia del fin de los tiempos nos impresione, porque ahora la novedad yace en cómo se desarrolla ese final. Y Wonder Woman: Tierra muerta sobresale como pocas obras lo han hecho en mucho tiempo.
Pero antes de entrar en la obra en necesario que hablemos de su autor, Daniel Warren Johnson, que parece haber pasado de ser un artista más a uno de los autores más cotizados del momento. Sus aventuras en el cómic empezaron en La flota fantasma —publicado aquí por Norma Editorial—, obra que, curiosamente, guionizaba otro de los autores más populares del momento: Donny Cates. Esta obra ya nos dejaba dislumbrar un poco de la grandeza de ambos autores: su imaginación, su forma de llevar la acción, y lo macarras que podían llegar a ser. A pesar de todo, la obra dejaba un poco que desear, algo no terminaba de cuajar.
No fue hasta que Warren Johnson empezó a guionizar sus propias aventuras que algo no hizo clic, y así llegamos a Extremity. Una obra apocalíptica (qué curioso, ¿no?) que mezclaba el imaginario de Nausicaä del valle de los vientos con Mad Max, y con unas composiciones de páginas llenas de acción. Una obra que aquí ha triunfado increíblemente, ya que la publicó Planeta Cómic, se agotó, y recientemente la ha vuelto a publicar ECC —y sí, si no la habéis leído deberíais—. Tal fue el éxito que cosechó la obra que tanto DC como Marvel le han dejado muchísima libertad para que desarrolle historias en los dos grandes sellos: Wonder Woman: Tierra muerta en uno, y Billy Rayos Beta en el otro. Y si necesitabais más aún para saber cómo de macarra puede llegar a ser solo hay que ver su última obra propia en Image, Murder Falcon, una historia sobre un hombre-halcón con un brazo robótico enviado de otro mundo cuyo poder de kung fu depende enteramente de que esté escuchando heavy metal. Sí, eso es una obra real, y es, también, una pasada.
Con eso, más o menos, os hacéis una idea de cómo es él. Pero ¿y si os digo que todo eso lo plasma directamente en Wonder Woman: Tierra muerta? Diana despierta de un sueño inducido en un mundo postapocalíptico, sin recordar nada de lo que ha ocurrido y con sus poderes reducidos. Ante ella, una sociedad que ha retrocedido hasta el medievo, donde los supervivientes habitan en un castillo, gobernados por un déspota. Armados con arcos y flechas luchan contra unas criaturas llamadas Haedras, que nadie sabe de dónde proceden, pero que intuyen que son fruto de la radiación nuclear que quedó tras lo que ellos llaman “el Gran Fuego”. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué fue “el Gran Fuego”? ¿Por qué los superhéroes no hicieron nada? El desarrollo de estas preguntas nos llevará a hablar sobre la fragilidad del hombre o el calentamiento global y la inacción del hombre ante este problema —algo que es totalmente ficticio y para nada lo estamos viendo pasar en la cumbre de Glasgow—. Es una pena no poder hablar aún más sobre la obra, pero me niego rotundamente a destriparos una obra que os va a flipar.
Lo cual nos lleva a: ¿con tan poco que me has dicho de la obra, por qué debería leerla? Wonder Woman: Tierra muerta ha sido una de las obras más arriesgadas que ha publicado DC en mucho años. DC Black Label, el rebranding que tanto nos dolió que hicieran con Vertigo, está dando la libertad creativa que muchos autores, y sobre todo muchos personajes, necesitaban, entre ellos Wonder Woman. Esta obra se moja —no solo literalmente, entenderéis este chiste cuando la leáis— mucho, y aprovecha su espacio no solo para ofrecer una historia trepidante y llena de acción, sino para desarrollar temas actuales que necesitan ser desarrollados. Y que estos sean comentados desde la figura de una superheroína consagrada y de primera línea es toda una declaración de intenciones, no solo del autor, sino del equipo editorial que ha tenido la valentía de darle luz verde a este proyecto.
Además, y este pequeño spoiler me lo vais a permitir: ¿a quién no le mola ver a Wonder Woman luchando contra monstruos gigantes con un látigo cubierto con el craneo y la columna vertebral de cierto superhéroe —tampoco os lo voy a destripar todo, o quizás sería mejor decir deshuesar—?