‘Werewolf the Apocalypse: Earthblood’, de vuelta al Mundo Tinieblas
Werefolf the Apocalypse hace una aparición casi sorpresa en consolas y PCs de última generación con Earthblood, una aventura de rol que busca trasladar la esencia del mítico Mundo Tinieblas al videojuego.
Más allá de las novelas visuales, el juego de rol creado por White Wolf y que definió toda una generación de aventuras de libro, papel y dados, pugna por hacer un hueco permanente como inspiración de videojuegos. No es de extrañar, por tanto, que su lore sea lo bastante rico como para alimentar toda una saga de propuestas que den vida a lo que muchos solo moldeábamos en nuestra imaginación —con ayuda, eso sí, de las geniales ilustraciones de los manuales—. El más reciente intento de esto es el juego creado por Cyanide, conocidos por la saga Blood Bowl, la adaptación de Game of Thrones o el más reciente Call of Cthulhu; un equipo francés con más de veinte años de experiencia en el sector, pero cuyas producciones nunca terminan de destacar.
Nos encontramos a medio camino en lo que producción se refiere: ni estamos ante un juego indie ni ante una superproducción, así que lo primero que tiene que esperarse el jugador son unos valores de producción más bien modestos. La aventura de Werewolf the Apocalypse: Earthblood nos pone en la piel de Cahal, hombre lobo renegado, padre ausente, amante dolido y terrible adversario que lucha junto a su manada contra Endron, una compañía maligna que, no contenta con atacar al espíritu de la madre Gaia, también hurde un plan contra los garou (hombres lobo). Con la ayuda de los espíritus del bosque, de los humanos aliados y de la manada, nuestra lucha contra Endron será el eje central de una aventura que combina sigilo, acción y exploración.
Sin llegar a encontrarnos ante un mundo abierto, sí que pivotaremos sobre grandes escenarios centrales que darán pie a las misiones principales y secundarias, e incluso a tímidos momentos de exploración en los que recabar información. Atendiendo al diseño artístico y el desempeño gráfico, he podido jugar a Werewolf the Apocalypse: Earthblood en su versión de Playstation 5, aunque el alarde técnico se queda muy por debajo de lo esperado. En lo meramente artístico, el juego nos muestra todo lo que podríamos esperar del Mundo Tinieblas y tanto sus escenarios como personajes parecen ciertamente inspirados en las magníficas ilustraciones que en los 90s acompañaran nuestros manuales. Sin embargo, los gráficos del juego no les hacen demasiada justicia y se quedan cortos en potencia, con animaciones bastante toscas en ocasiones, unos escenarios demasiado oscuros y unas texturas que dejan mucho que desear. En conjunto, parece que nos encontremos de nuevo ante la adaptación de Game of Thrones que lanzó Cyanide en la época de PS3 y Xbox 360 —y, conste, que yo disfruté muchísimo de ese juego—.
En lo jugable, nos encontramos ante una tímida propuesta de rol con un paupérrimo árbol de habilidades —la mayoría no muy destacables—, un sistema de infiltración y combate que pasa por las dos transformaciones disponibles —garou, una gran bestia con forma lobuna que siembra el pánico y la destrucción— y el lobo, un animal corriente y moliente que se moverá con sigilo y que podrá escurrirse en conductos de ventalación y recovecos. Sin duda, la libertad para elegir transformarnos sin límite y la posibilidad de aprovechar el sigilo o decantarnos por la masacre, es lo mejor que tiene el título, que adolece de más vicios y virtudes.
Y es que, sobre el papel, llevar el Mundo Tinieblas al videojuego debería ser coser y cantar. Es decir, una importante parte de los videojuegos de rol se han visto tremendamente influenciados por el rol de manual, y aquí el mundo compuesto por Hombro Lobo, Vampiro, Mago y etcétera ha tenido mucho que aportar. Pero la realidad es que no todas las ideas casan bien, y el ritmo de una larga partida de manual con dados no es el mismo que el de un videojuego de acción. Ni siquiera que el de un videojuego de rol. Werewolf the Apocalypse: Earthblood presenta problemas desde su narrativa —con un guion flojo, cuyos personajes no destacan y con unos diálogos olvidables— hasta su diseño de escenarios y su propuesta jugable.
El principal escollo que deberá salvar el jugador es lo repetitivo de sus escenarios y sus combates. Podremos salvar el escenario usando artimañas, sigilo y boicot; para eso podemos valernos de nuestra forma lobuna, de la visión especial (la Umbra) y de sabotear los distintos ordenadores, cámaras, puertas… Pero apenas obtenemos ningún aliciente para hacer esto, mientras que la destrucción irracional del garou es bastante más satisfactoria como jugadores. En última instancia, los escenarios son repetitivos, la variedad de enemigos escasa y las situaciones en que nos encontraremos se resolverán todas de igual modo: piratear algunos ordenadores, evitar ser vistos y, al final, desatar la furia y destruir todo a nuestro paso. Algunos combates finales incluirán algo de variedad al conjunto, pero en esencia el juego se vuelve repetitivo a las pocas horas de haberlo comenzado.
Claro que terminará pocas horas después de esto…
Como balance, estamos ante una obra bastante irregular. Aporta algunas dosis de acción muy divertidas y su propuesta no deja de ser interesante, sobre todo en lo que tiene que ver adaptar las aventuras sobrenaturales con las que muchos dimos nuestros primeros pasos en el mundo del rol, pero se queda muy lejos de otras obras de Cyanide y muy lejos de otras propuestas más interesantes como los pasados Bloodlines o Heart of the Forest. Su factura parece muy inferior a lo que vimos de Call of Cthulhu no hace tanto, firmado por el mismo estudio, y sin duda es mucho menos ambicioso que otras producciones de corte similar —y similar presupuesto— que han incursionado en el mundo del RPG en consolas y PCs.
Lo que sucede con Werewolf the Apocalypse: Earthblood es que se queda a medio gas. Parece que el equipo detrás de este juego tenía grandes ideas, pero por una u otra razón no pudieron llevarlas a cabo. No es una calamidad y su rendimiento en Playstation 5 está bastante bien, por lo que asegura algunas horas de diversión. Pero ofrece poco y no hace justicia al magnífico juego en que se basa. Quizás sea mejor jugarlo sin haber tocado nunca un manual de Mundo Tinieblas, porque entonces el jugador será capaz de ver su potencial… pero no de disfrutar del resultado.