Recuerdo cabalgar por el desierto. Recorrí con mi caballo tierras pedregosas que subían y bajaban hasta que, tras una última colina, apareció a mis pies Jerusalén. Fue un momento mágico que ni siquiera terminó allí, ya que pude acercarme y cruzar sus murallas, recorrer sus calles y hablar con su gente. También me acuerdo de…