Persona 5 Royal: Ladrones con corazón
De un tiempo a esta parte, siento una especial atracción por todo cuanto rodea a las producciones culturales japonesas. No son pocas las obras audiovisuales que, en sus diferentes formatos, han logrado cautivarme en los últimos años, sobre todo teniendo en cuenta que el manga o el anime no ocuparon lugares preferentes en mis ratos de ocio durante la infancia o la adolescencia. Tampoco los videojuegos japoneses, ni el género del JRPG en particular. Sin embargo, pese a que pueda resultar paradójico, el paso del tiempo ha ejercido sobre mí un efecto balsámico y ha abierto mi mente a nuevas experiencias artísticas y culturales. En esta encrucijada, la desbordante capacidad creativa procedente de Japón, ha roto definitivamente mis esquemas y ha despertado en mí un inusitado interés por ciertos registros narrativos decididamente alejados de todo cuanto asimilé desde niño.
Disculpen si comienzo estas líneas mostrando algunas de mis vergüenzas. Llegué tarde, muy tarde, a visionar Ghost in the Shell o El viaje de Chihiro, pero caí rendido ante las evidentes virtudes de sendas obras maestras. Recientemente, sucumbí a la fuerza de Your Name, una auténtica metáfora visual y narrativa para ver, disfrutar y reflexionar. Y entre mis series de animación favoritas ya se encuentra Cowboy Bebop, un viaje por el espacio a ritmo de jazz repleto de momentos inolvidables y protagonistas carismáticos. En cierto modo, un escaso bagaje en la materia no tiene por qué resultar un hándicap, pues las ganas por descubrir pueden mitigar ciertas carencias culturales. Tal vez este sea un acto de sinceridio en mi condición de crítico de videojuegos. Y perdonen si me aferro al desconocimiento como la mejor arma con la que he podido contar a la hora de enfrentarme a Persona 5 Royal, pero lo cierto es que así ha ocurrido.
Podría iniciar esta crítica señalando algunas de las muchas novedades que incluye esta versión mejorada de un título que vio la luz hace un par de años. Pero dejaré estos aspectos para el final. Tal y como acabo de señalar, mi incursión en el universo de Persona ha tenido lugar sin ningún tipo de condicionamientos previos y sin haber jugado a ninguna de las entregas anteriores. Tal vez por ello mi primera toma de contacto con el juego haya estado marcada por el desconcierto. Pero que nadie se lleve a engaños: hablo de un desconcierto gratificante. Desde que el momento en que insertamos el disco en nuestra PlayStation 4, una delirante orgía audiovisual se apodera de nuestros sentidos. La intro del juego es una auténtica declaración de intenciones de todo lo que el estudio Atlus tiene preparado para poner a prueba nuestros sentidos. Sus animadas cinemáticas son de un gusto exquisito. Y, en general, todo el apartado gráfico es de una excelencia incuestionable. El desconcierto viene provocado por la desbordante imaginación que destila la trama sobre la que gira el juego. Persona 5 Royal tiene como protagonista a un joven inadaptado que tras intervenir, de manera infructuosa, en un acto de abuso sexual en plena calle es acusado precisamente de aquello que procuraba impedir. Bajo la tutela de Sojiro Sakura, propietario de una pequeña cafetería en Tokio, Ren tratará de redimirse de las falsas acusaciones que pesan sobre él y cursará sus estudios en nuevo instituto, Shujin, donde se ganará la amistad de algunos compañeros y se convertirá junto a ellos en los Ladrones Fantasma, una alianza que pretende reparar los deseos de los corazones distorsionados de la gente. Este peculiar grupo de jóvenes que acude cada día a sus clases, descubre la posibilidad de adentrarse en un universo paralelo llamado Metaverso, donde se materializan los peores anhelos de la sociedad. Es aquí también donde estos deseos corruptos pueden ser eliminados. En este apartado del juego cobran protagonismo la exploración de mazmorras y los combates por turnos, donde cada uno de los personajes se transforma en su Persona, una versión poderosa de su alma y de su psique que le otorga poderes especiales. Una curiosa metáfora narrativa que versa sobre dos pilares que han de ser esenciales para cualquier sociedad: la honestidad y la justicia.
Se trata de la antesala de una interesante y compleja historia edificada sobre decenas y decenas de horas de diálogo. Como medida de la gran magnitud de la aventura que tenemos por delante, baste señalar el minucioso tutorial que nos acompaña prácticamente durante las veinte primeras horas de juego y que nos ayuda a comprender el complejo árbol de habilidades disponible y las diferentes tácticas de combate, el amplio mapeado o el variado elenco de personajes que intervienen en una historia que puede superar el centenar de horas de duración. En el aspecto puramente jugable, el título discurre como si se tratara de un día a día marcado explícitamente en un calendario. Por las mañanas hemos de acudir al instituto, atender en clase a las explicaciones de cada profesor y realizar los pertinentes exámenes cuando llegue el momento. Lo interesante es que todo cuanto escuchamos en clase nos será de utilidad en las pruebas de evaluación. Al salir del instituto, podremos pasar el tiempo libremente con quien decidamos y realizar tareas muy variadas: desde realizar trabajos a tiempo parcial con los que conseguir dinero hasta ir de compras o dedicar nuestro tiempo a alguna actividad de ocio, como jugar a los dardos, poner a prueba nuestras dotes como bateador de béisbol, leer un libro o ver una película en DVD. Todas estas acciones van a servir para desarrollar cada una de nuestras capacidades: conocimiento, encanto, coraje, gentileza o destreza. A su vez, todo el tiempo que pasemos conversando con determinadas personas va a contribuir a estrechar nuestro vínculo con ellas, lo que se traducirá en una mejora de determinadas habilidades.
Nos encontramos ante un título que desconcierta por lo apabullante que resulta en muchos aspectos: su extensión, su originalidad, su gran variedad de mecánicas… La remozada edición que acaba de ponerse a la venta cuenta además con un buen número de novedades que lo convierten en indispensable para quienes, como yo, no lo habíamos probado antes, pero también ofrece razones de sobra para atrapar a quienes ya lo habían disfrutado previamente. Persona 5 Royal llega por primera vez subtitulado –de manera excelsa, dicho sea de paso– en español. Un nuevo personaje jugable, un nuevo semestre en el instituto Shujinm, una nueva zona de Tokio por explorar, finales adicionales… Lo dicho, todo resulta apabullante.
Y por si todo este contenido no fuera suficiente, el título incluye la llamada Guarida de los ladrones, un espacio en el que podremos disfrutar con la típica galería desbloqueable de personajes, escenarios o piezas musicales que dan vida al videojuego, y que ofrece además la posibilidad de participar en un adictivo juego de cartas: Magnate. Se trata del clásico «Presidente» –aquí en España– al que muchos de los aficionados a los naipes hemos jugado en las reuniones de amigos y que ahora podremos revivir con alguna que otra regla maquillada y un léxico diferenciado. Este Magnate, por sí solo, ofrece muchas horas de diversión e innumerables desafíos que nos apartarán de la aventura principal. Pero… ¡bendito apartamiento!
Pese a todas sus virtudes, hemos de advertir que tal vez Persona 5 Royal no sea un videojuego dirigido a todos los públicos. Requiere tiempo, mucho tiempo, y dedicación. Su trama es compleja. Y puede hacerse pesado en determinados tramos, sobre todo para los jugadores más casuales. Sin embargo, su puesta en escena, su lenguaje, su imaginación desbordante lo convierten en una joya indispensable capaz de hacer delirar a los más acérrimos amantes del JRPG, pero también a profanos en la materia como yo. Confieso que ya le he hecho un hueco en mi colección de producciones culturales japoneses indispensables, por las que siento, insisto, un creciente interés y entusiasmo.