‘NBA2K23’: una nostálgica declaración de amor al baloncesto
De entre los recuerdos que guardo de la infancia, atesoro con especial cariño todas aquellas horas dedicadas a coleccionar cromos. Fueron muchas la colecciones que intenté completar, pese a que la mayoría de ellas quedaron inconclusas. Sin embargo, la ilusión de acudir al quiosco de turno a comprar unos sobres, la esperanza de encontrar nuevos cromos al abrirlos, el ritual de pegar cada uno de ellos en el álbum y la no menos recurrente liturgia de intercambiar los cromos repetidos en el patio del colegio o en las calles del barrio, son sensaciones que ocupan un lugar inquebrantable en el terreno de la nostalgia. Algo de esta pasión por coleccionar es la que me motiva año tras año a adentrarme en cada nueva edición de NBA2K, una franquicia a la que llevo jugando prácticamente de forma ininterrumpida desde sus inicios. Uno de los mayores alicientes de su propuesta es poder coleccionar los cromos o cartas de jugadores de todos los tiempos que plantea el modo «My Team». Sin embargo, esa motivación siempre se ha visto frustrada por no poder completar ese álbum virtual de cartas de estrellas del baloncesto a causa del modelo de micropagos que la compañía plantea dentro del juego. Pese a que muchas de las cartas de la colección se obtienen a modo de recompensa y que otras tantas se pueden adquirir con la moneda del juego a través de la subasta, hay una manera más sencilla, rápida y eficiente de ampliar la colección: comprando con dinero los sobres de cartas disponibles en el bazar. La ecuación es sencilla: en cada sobre que abrimos, existe la posibilidad de encontrar esa carta tan valiosa que andamos buscando —como cuando éramos pequeños— y que en la mencionada subasta alcanza un precio inaccesible. Puesto que siempre me he negado a pasar por caja para este tipo de asuntos, la frustración ha hecho acto de presencia en más de una ocasión a lo largo de mi longeva experiencia dentro de la franquicia. Por eso, uno de los aspectos que más he agradecido de esta nueva entrega es la clara intención de sus creadores de disimular —que no eliminar— la monetización del producto.
Sí, se aprecia una mayor generosidad por parte de 2K en los numerosos premios o recompensas que podemos adquirir dentro del modo «My Team», donde la experiencia de juego está planteada a lo largo de diversas temporadas que se suceden a lo largo del curso. En cada una de estas temporadas, que dura varias semanas, el usuario podrá conseguir multitud de recompensas, llámense cartas de jugadores, entrenadores, zapatillas, uniformes, pabellones, logos, trofeos históricos de cada equipo… o tokens —la otra moneda del juego—. Nada nuevo bajo el sol con este sistema de temporadas, tan extendido en la industria del videojuego, y que ya fue introducido en la franquicia en la edición de NBA2K21. Ahora, sin embargo, resulta más gratificante y cómodo participar en esta modalidad. Los objetivos que nos permiten conseguir experiencia están mucho mejor ordenados en la pantalla; podemos echar un vistazo a los más importantes en cualquier momento durante la partida al pulsar el botón de pausa. Tal vez la inclusión de una tarjeta, en la que podamos visualizar de un modo sencillo todos los objetivos que nos marquemos, facilitaría mucho la cuestión, pero no cabe duda que el nuevo diseño plantea una interfaz infinitamente más intuitiva. Los objetivos, por otro lado, son también más coherentes y accesibles. Siempre necesitaremos algunas cartas específicas para conseguir experiencia con algunos de ellos, lo que nos incitará a visitar el mercado de packs y plantearnos si comprar unos cuantos sobres –ejem, ejem–, pero son tantos los objetivos que se pueden conseguir sin necesidad de pasar por caja, que alcanzar el nivel máximo en cada temporada y obtener la recompensa final ya no es una quimera, bastará con seleccionar bien nuestros objetivos utilizando siempre las cartas que tenemos a nuestra disposición. Y evolucionar poco a poco, que de eso se trata.
Dentro de este modo de juego, mi favorito, sin duda, y al que dedico la práctica totalidad de mi tiempo, se han incluido otras novedades interesantes. Para empezar, han desaparecido los tediosos contratos. Ahora basta con tener es nuestra colección la carta del jugador de turno para poder alinearlo en nuestra plantilla de forma indefinida. Igualmente interesante es la opción «Momentos decisivos offline», que se suma a la ya existente para jugar online. Otra novedad interesante es la de «Partidos amistosos», una manera sencilla de conseguir recompensas basada en utilizar ciertas cartas que reúnan una serie de requisitos. Para alcanzar el objetivo marcado, las cartas quedan bloqueadas durante un determinado periodo de tiempo. Al final del mismo recuperaremos dichas cartas, además de un premio. Sencillo pero gratificante.
Digno de mención es también el creciente protagonismo de la WNBA, con la posibilidad de gestionar una franquicia de esta liga de baloncesto femenina o vivir la experiencia de ser una jugadora profesional y tratar de hacerte un hueco dentro de la misma.
Pero si hay algo que ha encumbrado a NB2K en el terreno de la simulación, es su desmedido interés por los detalles. En el plano jugable, la sensación de estar presente en un pabellón de la liga norteamericana y sentir el tacto del balón en tus manos alcanza sus cotas máximas en esta entrega. La calidad de las animaciones ha subido un peldaño, no solo en los jugadores, cuyos movimientos y gestos son claramente identificable, sino también la manera en que se comporta el balón. Ahora el aro se mueve, experimenta una flexión cuando ejecutamos un mate, pero también repele el cuero de forma abrupta o suave en función del tiro efectuado, o sale despedido hacia un lado u otro de la pista cuando se realiza un tapón. El contacto físico de los jugadores, sobre todo bajo el aro, se aprecia más que nunca, con sutileza, pero también con contundencia si el jugador de turno hace valer sus kilos dentro de la pintura. Hay errores en el tiro desencadenados por una buena defensa, hay palmeos que desembocan en canasta, hay contactos que provocan lesiones, hay intensidad, hay espectáculo. Incluso la sensación de lanzar un tiro libre resulta más creíble que nunca, pues el hecho de que un jugador cuente con unos porcentajes excelentes en esta faceta del juego no garantiza un acierto. Si no se controlan los nervios durante el lanzamiento, algo más difícil de ejecutar ahora, dicho sea de paso, el balón no entrará en el aro. Y esa sensación de que la suerte del partido está en tus manos, de que todo depende de tu templanza con el mando y de la mecánica de cada jugador… esa sensación de que el mundo se detiene durante unos instantes ante tus ojos, mientras el público enfervorecido agita sus brazos y los flashes de las cámaras se suceden a lo largo y ancho del pabellón… esa sensación es maravillosa.
Por último, «Desafío Jordan» es la rúbrica con letras de oro a esa declaración de amor incondicional al baloncesto que Visual Concepts plantea en NBA2K23. En esencia, este modo de juego permite viajar en el tiempo para jugar algunos de los partidos más determinantes de la carrera de Michael Jordan. El mimo se aprecia en las entrevistas realizadas a compañeros, amigos o personalidades del mundo del baloncesto que podremos ver antes de cada partido. Una vez en la cancha, la ambientación es sublime, con reconstrucciones fidedignas de cada estadio, uniformes de jugadores recreados al milímetro o filtros visuales que nos transmiten la sensación de asistir a la retransmisiones televisivas de épocas pretéritas. Un magnífico tributo a la mayor leyenda de este deporte, pero también un regalo para todos los que amamos este deporte, a menudo sobrepasados por ese sentimiento embaucador llamado nostalgia.
Esta crítica ha sido elaborada tras jugar a la versión para Xbox Series X