Más Kirby en el Reino de los Hilos: Pespuntando 3DS

29 marzo, 2019Ricardo Martínez Cantudo

En el estupendo segundo volumen de La Historia de Nintendo, Florent Gorges menciona la célebre frase que resume la filosofía del gigante nipón del videojuego a la hora de diseñar sus productos: «Lateral Thinking with Withered Technology», literalmente «pensamiento lateral sobre tecnología madura». Con este concepto en mente el genial Gunpei Yokoi convirtió los materiales de una calculadora digital en las Game & Watch, un fenómeno que revolucionó el mundo del entretenimiento durante los 80 y que posicionaría a Nintendo en el camino de la producción de consolas y videojuegos. Desde entonces, la compañía de Kioto ha seguido la idea del pensamiento lateral como un mantra: no hay más que pararse a pensar en su colección de hardware para percatarse de que todas siguen el mismo patrón: un producto elaborado con tecnología que no es precisamente de vanguardia, a la que se le da una nueva vida a través de un inteligente diseño.

En el caso de sus juegos, esta fórmula también es aplicable. Un ejemplo de ello es el majestuoso The Legend of Zelda: Breath of the Wild, un título que pese a moverse en una máquina modesta se antoja inabarcable al jugador más experimentado gracias a su concienzudo desarrollo. Kirby y el Reino de los hilos es otro exponente de filosofía Nintendo en estado puro: no hay que olvidar que, pese a que ha llegado recientemente a Nintendo 3DS, la obra de Good-Feel atesora ya la friolera de ocho años desde que se lanzase por vez primera al mercado para la exitosísima Wii. Solo hay que echar un vistazo a la apariencia de la versión original del juego para darse cuenta de que el maravilloso trabajo artístico del estudio nipón a la hora de concebir este Reino de los Hilos no ha envejecido en absoluto, demostrando que la potencia técnica del hardware no siempre tiene por qué estar reñida con el acabado visual de un videojuego, y que en muchas ocasiones los teraflops no son siquiera necesarios para expresar un determinado estilo artístico. Es por ello que Kirby en el Reino de los Hilos era un candidato perfecto a nutrir el inmenso catálogo de una 3DS que parece no querer jubilarse: se trata de un título que en su momento no destacó demasiado entre los millones de jugadores de Wii, y su sencillez estética y mecánica pedían a gritos una conversión portátil, tras su paso por la Consola Virtual de Wii U. De esta forma, en pleno 2019 Nintendo ha vuelto a colocar en las estanterías su fenomenal plataformas de Wii, aderezado con una serie de extras que, si bien siempre se agradecen, en mi opinión llegan a restar más que a sumar. Y Me explico…

Todos aquellos que a estas alturas no se hayan acercado a este título de Good-Feel (¡mal, muy mal!) se encontrarán con una historia de lo más sencilla y efectiva: Kirby es abducido a un preciosista mundo compuesto por materiales textiles, que se ha visto deshilachado en pedazos ante la impotente mirada de su monarca, el Rey Hilván. Kirby, convertido en una adorable silueta de lana, tendrá como misión recorrer y volver a coser el maltrecho Reino de los Hilos. A través de los pasos de la célebre esfera rosa, el jugador podrá recorrer los siete mundos que componen el Reino de los Hilos y deleitarse con uno de los mejores trabajos artísticos que se han visto en los últimos años en una consola de Nintendo: todo en en este juego está fabricado con elementos de costura y la mecánica plataformera está entretejida (¡ja!) de forma muy imaginativa con los elementos visuales presentes en el escenario. Así, tirar de hilos, abrir o cerrar cremalleras y lanzar ovillos de lana es parte fundamental de las partidas. A diferencia de lo disfrutado en otros títulos de la franquicia Kirby, nuestro protagonista absorbe los poderes del enemigo, ya que su propio cuerpo es capaz de alterar su forma a voluntad en determinadas ocasiones, haciendo uso de un hilo de lana a modo de arma y, por ejemplo, adoptando la forma de un paracaídas a la hora de alargar los saltos. Todo ello da forma a una aventura de plataformas con exploración, puzles e ingeniosos combates contra adorables jefes finales, que cuenta con la ya clásica curva de dificultad que tanto bien hace a los productos Nintendo: sencillo para el jugador menos experimentado y muy exigente para los completistas.

De entre las principales novedades presentes en la versión para 3DS del juego se encuentran las «hilabilidades», una especie de power ups a modo de sombrero que trae a El Reino de los Hilos la clásica habilidad de Kirby para portar distintas armas y ataques. Esta implementación, aunque puede tener algo más de sentido en el Modo Diabólico, no termina de encajar en la aventura principal, ya que da la sensación de quedar como un añadido impostado para el que claramente no estaba concebida la mecánica de la versión de sobremesa. Por ello, más de un jugador evitará hacer uso de estas «hilabilidades» ya que nunca acaban siendo necesarias, y jugar sin ellas puede ser incluso más divertido.

Por otro lado está el anteriormente citado Modo Diabólico, en el que el mullidito protagonista contará con cinco puntos de vida (recordemos que el modo original de juego no cuenta con esta limitación) y una suerte de diablillos de lana que nos atacarán de forma más agresiva que los del modo normal. En esta ocasión el uso de las «hilabilidades» resulta interesante y desde luego necesario, en un modo que da una vuelta de tuerca a la dificultad original de un título que, en mi humilde opinión, no necesita en absoluto.

Más Kirby en el Reino de los Hilos parece ser la última oportunidad que Nintendo le brinda a su público de disfrutar del estupendo plataformas que hace casi una década nos brindó Good-Feel. Es una pena que la resolución de la pantalla de 3DS emborrone el maravilloso acabado gráfico del juego, y que por motivos evidentes se haya sacrificado el modo cooperativo para dos jugadores, algo que sí se habría podido llevar a una hipotética conversión en alta definición para Nintendo Switch. No obstante, se trata de un plataformas adorable, muy agradable y tranquilo de jugar, un oasis perfecto en el que descansar de retos más titánicos, y el aperitivo perfecto para aquellos que aún no puedan echarle el guante en Switch a Yoshi Crafted World, descendiente espiritual de este clásico de Wii.

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