La sexualidad femenina a través de las series de ficción

18 octubre, 2018María del Mar Rubio Hernández

Sexo y series. Las sexualidades femeninas, una revolución televisiva nos habla, en efecto, de una auténtica revolución, un movimiento subversivo que se desarrolla a varios niveles y no solamente en el ámbito ficcional. La propia obra en sí es reflejo de la relevancia que desde la esfera académica se concede a los cambios originados tanto en la sociedad como en la televisión hacia el empoderamiento de la mujer, siguiendo la estela de toda una tradición de estudios de género. Iris Brey, como investigadora, se une también a un llamamiento agitador que pretende abrir mentes poniendo el foco en cuestiones que corren el riesgo de pasar desapercibidas en términos de representación, denunciando la ausencia de determinados colectivos o el silencio en torno a ciertos aspectos que se establecen como tabú respecto a la sexualidad femenina. Una revolución que se produce igualmente en la propia industria televisiva y que posibilita los cambios de los que, como espectadores, somos testigos y nos hace partícipes la autora. Cambios que son una realidad palpable en la sociedad y que, poco a poco, se hacen un hueco en la pequeña pantalla.

No parece necesario hacer hincapié en la dimensión cultural, social y política de las series de televisión, así como en su rol como plataformas educativas o que visibilizan una realidad, como la cuestión de género. Al incidir en este aspecto, Iris Brey analiza determinadas series de televisión de EE. UU., concibiéndolas como nuevos espacios que recogen y dan voz a la plural y compleja sexualidad de la mujer que no contaba con representación hasta hace unos años. La autora organiza el libro según cuatro elementos que considera claves en la representación de la sexualidad femenina, ya sea por la evolución y progresiva aparición de dichos aspectos en las series estadounidenses, o bien por su ausencia o aún escasa o invisible presencia. Así, dedica el primer bloque al lenguaje, cuyo uso considera significativo en cuanto a cómo influye en la percepción y construcción de la realidad, es decir, cómo algunas cuestiones referidas a la sexualidad femenina se verbalizan o se ocultan bajo eufemismos. El segundo de ellos ahonda en aspectos que la autora concibe como ingredientes esenciales en el juego del placer femenino y que aún no gozan de una representación normalizada, lejos de tabúes, en detrimento de la sobrerrepresentación del caso masculino. Por otro lado, se analiza el componente de la violencia, no solo en cuanto a aquella experimentada por las mujeres, sino en cuanto a la percibida por el hombre cuando es eliminado ante el empoderamiento femenino. El último apartado se centra en aquellos personajes que encarnan distintos perfiles queer, diversificando así los modelos de mujeres que habitan el universo ficcional. A través de los capítulos que conforman los cuatro bloques, la autora, gran conocedora y consumidora de las series estadounidenses, explora cómo se presentan nuevas formas de entender y visibilizar la sexualidad femenina en dichas apuestas ficcionales y señala su impacto cultural y político. Para Brey, resulta esencial que personajes que a veces resultan incómodos o son silenciados —protagonistas transgénero, lesbianas butch, sexualidades queer— así como aspectos como la interrupción del embarazo no deseado, el orgasmo femenino, la sexualidad en mujeres de edad avanzada o madres, la masturbación… en definitiva, todo aquello que se considera escandaloso o transgresor según los parámetros del esquema tradicional patriarcal, encuentre representación en el discurso mediático.

A lo largo de su análisis, y en constantes referencias a la industria, la autora explica que el hecho de que estos aspectos hayan tenido una progresiva visibilidad responde a varios factores relacionados con la propia esfera televisiva, como el canal de emisión de las series, de modo que, si es en abierto, resulta más restrictivo, mientras que se observa una mayor apertura en los canales de streaming y nuevas plataformas digitales. Igualmente, el hecho de que haya mayor diversidad en los equipos de redacción y un creciente número de mujeres como guionistas, directoras o productoras contribuye a una representación más plural y acorde a una realidad que durante un tiempo ha estado oculta. Así, nos hace partícipes de los entresijos del sector, haciendo especial hincapié en la labor, no muchas veces exenta de dificultades y escollos ante un sistema marcado tradicionalmente por la mirada masculina, que las profesionales desarrollan desafiando los convencionalismos dominantes.

Por otro lado, el estudio de Brey resulta interesante desde una perspectiva cultural, ya que se trata de un análisis realizado por una académica europea que consume series estadounidenses. Así, a lo largo del libro, propone diversos paralelismos con el panorama televisivo francés y una inevitable confrontación entre los esquemas culturales europeos y estadounidenses que da lugar a interesantes cuestionamientos y reflexiones. Dicho enfoque nos asemeja como lectores y consumidores y nos invita a desarrollar una mirada crítica e inevitablemente comparativa respecto al ámbito español. Es decir, la lectura de este análisis nos plantea un ejercicio a la hora de buscar similitudes y diferencias entre las series de EE. UU. y las producidas en España, y nos hace preguntarnos, de la misma forma que Brey, si hay series españolas que sigan la senda de aquellas que ofrecen una mayor y diversificada representación de las mujeres y cómo ello responde a razones sociales, culturales o políticas. Afortunadamente contamos con una amplia red de estudios académicos en el ámbito nacional que cuestionan si un mayor número de roles o protagonistas femeninas en las series trae de la mano un cambio en su representación o una alteración de los estereotipos tradicionales. Es cierto que la aparición de series como Los misterios de Laura (TVE, 2009-2014), El ministerio del tiempo (TVE, 2015-2017), Vis a Vis (Antena 3, 2015-),  La casa de papel (Antena 3, 2017-) o Las chicas del cable (Netflix, 2017-), proponen un mayor repertorio de roles femeninos que suponen un cambio en cuanto a la representación tradicional de la mujer en la televisión española. No obstante, siendo conscientes de la necesidad de investigar este aspecto con mayor profundidad, sería interesante concebir el presente volumen como un posible punto de partida para desarrollar un estudio paralelo en el ámbito español.

En definitiva, Sexo y series. Las sexualidades femeninas, una revolución televisiva, además de resultar una lectura sorprendente y reveladora ante la exhaustividad y capacidad ilustrativa de su autora, nos demuestra la necesidad de estudios que reflexionen acerca de las formas de representación en la ficción y de la importancia de construir historias que narren una realidad cambiante y diversa, que desafían la sociedad heteronormativa y los convencionalismos del sistema patriarcal. Sobre todo, teniendo en cuenta su rol en la construcción de modelos de identificación que se proponen al público femenino. La relevancia de representar la pluralidad de las sexualidades femeninas reside, como bien señala Brey, en aportar una mayor visibilidad para que los espectadores puedan conocer formas más allá de las convencionales y se vean asimismo desafiados por una realidad que para muchos puede resultar lejana o desconocida. Se abre así un debate necesario que simboliza la mayor apertura que se viene observando en el ámbito televisivo, así como en la esfera pública.

*Prólogo extraído del libro Sexo y Series. Las sexualidades femeninas, una revolución televisiva, de Iris Brey, disponible en tiendas y en heroesdepapel.es*

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