Inglorious: nostalgia de sofá y pantalla partida
Quienes ya contamos con cierta edad recordaremos con enorme cariño y nostalgia aquellas tardes en las que te reunías con tus amigos en alguna casa para disputar unas cuantas carreras, echar bastantes partidos de fútbol y enfrentaros en combates cuerpo a cuerpo: eran los tiempos del multijugador local. Los Smash Bros, Tekken o los inolvidables Pro Evolution Soccer marcaron un hito en la juventud de los jugadores hasta la generación de PS2, Xbox y Game Cube. Con la evolución del multijugador hacia el juego online esto es algo que, en parte, se ha perdido. Algunos títulos incluso optan por suprimir el juego local y contar exclusivamente con modo online. Las fronteras del salón se difuminan: ahora el campo de batalla es el mundo entero, pero tú jamás podrás olvidar las tardes de domingo en la casa de tu amigo mientras jugabais todos juntos, –cada uno esperando pacientemente su turno–, al Dragon Ball Budokai.
La evocación de esta nostalgia de toda una generación de jugadores es el leitmotiv de Inglorious, la última aportación española al mundo de los videojuegos. Ha sido desarrollado por Coven Arts, una pequeña empresa formada por jóvenes desarrolladores amparados por el programa de Playstation Talents, razón por la que el título es exclusivo de PS4.
Lo primero que nos encontramos al abrir el juego es el menú, en el que podremos seleccionar entre un modo de un jugador para echar partidas sueltas de corta duración u optar por un multijugador que es exclusivamente local. Los dos modos cuentan con un breve tutorial en el que se explica a grandes rasgos la mecánica de las partidas. Tendremos que elegir a uno de los cuatro personajes que nos ofrece el título. Cada uno de ellos cuenta con distintos atributos: ataque, armadura, agilidad, magia…pero todos están enfocados de manera diferente. Dos son más equilibrados, ya que sus puntos de habilidad están repartidos de manera más o menos uniforme, pero uno de ellos está diseñado para atacar a distancia, tiene una pistola como arma, mientras que el otro será más efectivo en el cuerpo a cuerpo. Los otros dos personajes conforman los opuestos: uno de ellos es un berserker con un gran poder físico pero nula capacidad mágica; el personaje restante es lo que podríamos calificar como un mago.
El modo de un jugador te propone conquistar una serie de núcleos repartidos por un mapa. Los núcleos tienen una barra de vida y al vaciarla los conquistaremos y pasarán a luchar a nuestro favor. No será fácil, ya que los núcleos te disparan al acercarte y generan enemigos. Es en este último punto donde me he encontrado algo que no me ha terminado de convencer del todo, ya que la generación de enemigos es excesiva incluso en el modo fácil y más de una vez tendremos que hacer frente a hordas de un tamaño considerable. Todo esto dificulta sobremanera la conquista de otros núcleos teniendo que pasar la mayor parte de la partida defendiéndonos, lo cual nos conduce a una inevitable derrota. Para evitarla tenemos cinco minutos para conquistar todos los núcleos que hay: si no lo logras o te conquistan todos, ya que la IA puede reconquistarlos, pierdes la partida.
El peso del juego radica en un modo multijugador que se presenta dividido en cuatro etapas. En las tres primeras habrás de hacer frente a oleadas de enemigos con una dificultad creciente. El sentido de estas fases es exclusivamente preparatorio para la fase final y no contarán en el resultado de la partida independientemente de quien las gane. Durante la última ronda tendrás que vencer a un boss final; quien lo consiga antes se lleva la partida y, con ella, la gloria. Durante toda la partida podrás interactuar con el otro jugador, pero solo de manera indirecta ya que no comparten el mismo plano.
Como decíamos, las tres primeras fases son solo para fortalecerte, subir de nivel e ir adquiriendo mejor equipamiento. ¿Cómo se hace esto? Al derrotar a los enemigos adquirimos experiencia y ganamos almas, que es la moneda del juego al más puro estilo de la saga Souls. Gracias a las almas podremos comprar armaduras, armas o magias en una de las tiendas del mapa, mientras que al subir de nivel desbloqueamos nuevas habilidades pudiendo llegar a aprender un devastador ataque final. La progresión está bien llevada y es muy reconfortante darte cuenta de que, efectivamente, te estás fortaleciendo. Con las almas también podremos comprar runas con las que torpedear el progreso de nuestro rival, algo sumamente divertido y gratificante. En el modo de un jugador también tendremos una tienda para mejorar nuestros núcleos y podremos comprar criaturas que ayudarán a protegerlos.
Este complejo sistema de comercio se ve torpedeado por una interfaz muy confusa. En el menú de la tienda solo puedes escoger qué quieres comprar: un arma, una armadura… pero solo te dice que objeto has comprado una vez lo has pagado y tampoco te muestra cuánto te ha costado. El resultado es confuso y aunque la progresión se nota, la impresión que se lleva el jugador es la de que el comercio simplemente consiste en gastarte un número indeterminado de almas en distintos objetos que, presumiblemente, van mejorando al anterior que habías adquirido. La falta de opciones a la hora de gestionar nuestras compras elimina cualquier atisbo de un componente táctico que hubiera mejorado, y mucho, el desarrollo de las partidas. Por otra parte, al morir perdemos los objetos que hayamos comprado. Si queremos recuperarlos tendremos que volver al lugar en el que fuimos derrotados…y hacerlo antes que nuestro adversario, quien nos puede robar el objeto. De nuevo encontramos aquí una reminiscencia a la franquicia de From Software.
Inglorious nos ofrece dos mapas para disputar las partidas: uno para el modo de un jugador y otro para el multijugador. Siendo un juego totalmente basado en el combate sería de agradecer que los desarrolladores incluyesen más opciones para darle mayor variedad al conjunto ya que, de lo contrario, se corre el riesgo de caer en la monotonía. Desconozco los planes de Coven Arts en este sentido, pero ya que el juego acaba de salir habrá que mantenerse a la espera de la solución de pequeños errores de lanzamiento antes de la posible inclusión de nuevo contenido.
Aunque el título cuenta con tutoriales para explicar el funcionamiento de las partidas, el jugador puede sentirse un poco perdido al principio. A mí me llevó unas cuantas partidas comprender cómo funciona la progresión de los personajes. Por otra parte, la interfaz no me parece todo lo intuitiva que debería ser, mientras que el movimiento del personaje y el sistema de combate se me hacen toscos, alejados de la suavidad con la que cuentan otros títulos de reciente salida al mercado. La merma de la jugabilidad me parece especialmente grave en un título que carece de cualquier tipo de narrativa y que está únicamente orientado al combate competitivo. Algunas de las carencias que he notado en este sentido son la falta de un botón que nos permita cubrirnos, mientras que tampoco tenemos un botón para correr o esquivar. Lo único que podemos realizar son sprints activando el gatillo derecho, una habilidad que tardará un breve tiempo en recargarse y que se siente ortopédica a la hora de controlar al personaje. El resto de habilidades y ataques especiales también requieren un tiempo de recarga. Cuando el jugador muere tarda un tiempo variable en volver a aparecer según el personaje que hayamos escogido, una mecánica introducida para penalizar al jugador que muera más veces.
Una jugabilidad tosca y poco pulida acaba afectando de manera grave al resultado final. Es una lástima, ya que la idea de la que parte el título es estupenda y apunta directamente a la nostalgia del jugador curtido en los 90 y principios de los 2000 que devoraba tardes compitiendo contra sus amigos en el sofá de su casa. Tampoco le habría venido mal la inclusión de un modo online para alargar las horas de juego –pese a que la idea de los desarrolladores es, como ya dijimos, que se juegue en local–, ya que no siempre tenemos un amigo a mano para echar unas partidas. Inglorious es una propuesta original y brillante pero que, lamentablemente, se queda a medio gas, aunque en su favor debemos decir que, una vez asimiladas las mecánicas de las partidas y el funcionamiento de la progresión, es un título divertido.