Recordando ‘Song to a Seagull’, el primer disco de Joni Mitchell
En marzo se cumplen 55 años de la publicación del álbum con el que Joni Mitchell debutó. 55 años desde que el mundo descubrió a una de las artistas más completas a nivel internacional, que posteriormente se dejaría llevar por las sendas del jazz, el pop o el rock, sin olvidar las raíces del folk que la caracterizaron al comienzo.
El final de los años 60 en Estados Unidos está marcado por los primeros movimientos de protesta contra la guerra de Vietnam, el auge del pacifismo y numerosas revueltas a nivel social. Mientras tanto, el movimiento hippie tomaba fuerza y las esferas musicales que rodeban el barrio angelino de Laurel Canyon se convertían en un oasis para músicos y artistas en general. The Byrds, Buffalo Springfield, The Mamas & The Papas, James Taylor, Fleetwood Mac, Carole King, Jim Morrison, Eric Clapton, Linda Ronstadt o Frank Zappa son solo algunos de los nombres que se vienen a la mente cuando se habla de aquellos lejanos lares. Las drogas, la psicodelia, el folk, el rock, el amor libre… todo se gestaba mientras al otro lado del charco la influencia de The Beatles, The Kinks, Black Sabbath, Deep Purple, Cream, o The Who ganaba fuerza.
Song to a Seagull fue el primer disco de la cantante canadiense Joni Mitchell. Un trabajo que hizo que la gente posara la mirada sobre una joven rubia de ojos azules, con una dentadura perfectamente blanca, y una capacidad para utilizar las palabras y los acordes sobrenatural para su edad.
Primeramente, un poco de contexto. Antes de 1968 Mitchell ya se había casado, había tenido una hija dada en adopción, se había divorciado y había viajado a otro país buscándose su futuro. Una buena noche de 1967 David Crosby la descubrió tocando en un club en Florida, donde forjó una creciente amistad que desembocaría en una fugaz relación amorosa durante ese año. Con la canción “That song about the Midway”, incluida en Clouds, su segundo disco, Joni dejaba a David. Estaba harta de su comportamiento y quería pasar página. Así lo contó el que fue uno de los líderes de Crosby, Stills and Nash, David Crosby, en una entrevista con Howard Stern: “Una noche entre amigos en la casa de Peter Tork (The Monkees), lanzó su mensaje de ruptura. Joni dijo que tenía una nueva canción y todos se pusieron muy contentos. Empezó a cantarla y era una clara despedida hacia mí. No contenta con eso la tocó una segunda vez, por si no me había quedado claro”.
Joni se mudó al distrito de Chelsea, en al área residencial de Greenwich Village, en Nueva York. Corría el año 1967, en el apogeo de la escena musical folk. Tocó entre artistas de la talla de Bob Dylan y Judy Collins, pero aún no era conocida. Por aquel entonces no tenía mánager, así que se agenciaba sus propios conciertos y trabajaba la mayor parte del año actuando en cafeterías. En uno de estos bolos en Florida fue donde David Crosby la descubrió y quedó atónito ante esa voz que abarcaba una amplísima gama de registros.
Un año después de ese encuentro, en 1968, se publicaría Song to a Seagull, producido por David Crosby en Sunset Sound, California, y lanzado por la discográfica Reprise Records, con sede en Los Ángeles. Se lo dedicó a su profesor de instituto, Mr. Kratzmann, quien le “enseñó a amar las palabras”. Un amor que queda reflejado de principio a fin en las diez canciones que conforman el elepé.
En “I had a King”, Joni habla de su divorcio con Chuck Mitchell, del que obtuvo su apellido. Con una voz dulce y aguda y una guitarra oscura dibuja el escenario de la situación, dejando claro que no puede volver a su casa, pues “las llaves no encajarán en la cerradura”, así como sus pensamientos no encajarán con su marido. Emocionada, canta a lo que tuvo y perdió.
Con el segundo tema, “Michael from the Mountains”, Joni experimenta con una afinación que denominó “de Carolina del Norte” (es en realidad un fa novena), por el sitio en el que la descubrió. En un concierto dijo una vez que el motivo por el que toca en afinaciones abiertas es porque nunca pudo poner un buen acorde de fa en la guitarra, y así lo evita. “La vida está llena de amor y desamor, y a veces cuando las cosas van mal y el amor se evapora, te deja vacío y sin nada, y te amarga mucho. Algunas veces, cuando el amor se va, realmente deja más de lo que se lleva”, dijo la cantante en su momento acerca de esta canción.
Una movida y alegre “Night in the city” le pisa los talones, dejando paso al único instrumento eléctrico que aparece en el disco, un bajo tocado por Stephen Stills, componente de Buffalo Springfield en aquel momento, y de Crosby, Stills and Nash en el futuro. La canción versa sobre un barrio de Toronto llamado Yorkville Avenue, donde hay muchos clubes en los que se toca música muy diferente: en un solo paseo se puede escuchar buen jazz, un rock and roll estupendo, un jazz horrible o un rock and roll insufrible.
“Marcie” es el cuarto corte del disco. Acompañada de su guitarra, se anima a jugar con los colores, como si de un cuadro se tratase, para dibujar el día a día de una mujer viviendo en Nueva York. El nombre de Marcie lo tomó prestado de una amiga canadiense que le ofreció alojamiento en Londres. Mientras jugaban al Monopoly y conversaban, se dieron cuenta de que habían convivido durante dos meses en la misma calle en Nueva York, pero no se vieron hasta coincidir en Londres.
Una preciosa canción con tintes melancólicos que da paso a la pieza central, “Nathan La Franeer”. En ella reduce a escombros la actitud de un taxista cuyo nombre da título a la canción. El lienzo en blanco se dibuja con palabras sencillas y acordes complejos. Un instrumento nuevo irrumpe en la canción, simulando un lamento muy saturado: se trata de una “banshee” (según los créditos del disco), conocida en la mitología irlandesa como una mujer hada, un espíritu incorpóreo femenino que presagia la muerte de un familiar, normalmente con un chillido o lamento.
Sin dar la espalda a las cuestiones fantasiosas, se da paso a la canción “Sisotowbell Lane”, un nombre inventado por Joni mientras trataba de crear una historia mitológica. Los nombres de algunos personajes derivan de acrónimos, de ahí el origen de Sisotowbell (somehow, in spite of troubles, ours will be ever lasting love), que significa “de alguna manera, a pesar de los problemas, el nuestro será un amor eterno”.
Entre sirenas, delfines y aves marinas se encuentra “The dawntreader”, el viajero del alba. Nacida de un sueño, la canción se abre paso entre el mundo real y el estado de duermevela.
Siguiendo con la temática marítima de la canción que le precede, en “The Pirate of Penance” Mitchell adquiere diversas personalidades, confiriendo a la canción un aire teatral compuesto por una bailarina y una narradora omnisciente, que hablan de una situación con un pirata que comete un crimen, tratando de darles respuesta sin llegar a ningún acuerdo.
La canción que da título al disco, “Song to a Seagull”, se abre paso con una guitarra misteriosa y el tono más agudo que Joni puede cantar. El paso de mudarse a la gran ciudad viniendo de un pequeño pueblo canadiense la inspiró a escribir esta canción, con la que dicta su deseo de ser libre como un pájaro.
El disco se cierra con “Cactus Tree”, donde consiguela libertad que añoraba durante todo el disco. Un tema más cálido, menos tenso y más dulce. “Esta canción es una fotografía de quién soy”, dijo Joni en 1967 antes de empezar a tocarla, cuando aún no tenía la melodía totalmente clara. Y es así como termina el álbum, describiendo a una mujer complaciente, con un “corazón lleno y hueco”, que está “muy ocupada siendo libre”.
Los escenarios bucólicos en contraposición con las grandes ciudades son un tema recurrente en las letras de Mitchell, acompañados de personajes semi reales, animales con voluntad propia y una flora variopinta. Son el sello identificativo de la cantante, el equipaje que llevará consigo a lo largo de su carrera.
Un disco sencillo, que no simple, sin mucha parafernalia, como ella misma, pero que deja clara las intenciones de la canadiense de la época y demuestra su talento para escribir, tocar la guitarra de manera única, utilizar afinaciones poco comunes e incluso dibujar, diseñando la portada del disco.
Como la propia Joni dijo en una entrevista en 2008, su música no está hecha para asimilarla inmediatamente, está diseñada para que nos acompañe durante toda la vida. Es por eso que 55 años más tarde volvemos a las canciones y no han envejecido, tan solo han evolucionado, han adquirido otros significados.
Enlace al disco aquí.
Comentarios (1)
Javi
24 marzo, 2023 at 10:27 am
Magníficas pieza, cuánta sabiduría y qué bella expresión de ideas. Gracias!