En defensa de las Magical Girls
Las pioneras Akko y Sally, la princesa Momo y “las cuatro de Pierrot” (Mami, Persia, Emi y Yumi), las guerreras de Sailor Moon que lo alborotaron todo, Sakura la cazadora de cartas y Jeanne la ladrona fantasma, las sirenas de Mermaid Melody Pichi Pichi Pitch y las muchas generaciones de Pretty Cure!, sin olvidar a Doremi y sus amigas aprendices de bruja ni a las puella magi. Son ya casi 60 años de magical girls, un subgénero que ha hecho soñar a niñas y no tan niñas a través de sus aventuras en papel y en la pequeña pantalla, convirtiéndose en una de las variedades más populares del shôjo.
Si bien sus heroínas no siempre contaban con esas características esenciales que se les achacan (vestir un uniforme inconfundible, poseer un objeto mágico y vivir con una mascota parlanchina), las primeras historias se movían entre el humor y la inocencia, con un marcado tono infantil, para ir evolucionando rápidamente, a la par que lo hacía no solo la propia industria del manga y el anime, sino también la sociedad. Así, pronto atrajo a las adolescentes introduciendo aspectos como el romance o el drama y contextos y temáticas más acordes a esa franja de edad, lo que supuso una rápida ampliación de su público. Desde entonces, decenas de obras de jóvenes con poderes mágicos han logrado traspasar las fronteras de Japón y obtener también un notable éxito en el extranjero, hasta el punto de que algunas son hoy referentes de la cultura pop nipona.
La evolución del subgénero no se ha detenido desde aquellas primeras historias de los años 60 y 70, muchas de ellas creadas por hombres (algunos auténticos pesos pesados de la época, como Fujio Akatsuka –El secreto de Akko–, Mitsuteru Yokoyama –Sally la maga– o Fujiko F. Fujio –Esper Mami–) y cuyo trasfondo buscaba más convertir a las protagonistas en unas Yamato Nadeshiko –el ideal de la pureza y feminidad japonesa– que no volverlas mujeres fuertes e independientes. No fue hasta la modernización y feminización que causó Sailor Moon a principios de los 90 que unas nuevas claves, vigentes aún hoy, renovaron este tipo de ficciones. En los últimos tiempos, la ferviente creatividad de los autores japoneses, siempre en busca de una vuelta de tuerca más con la que sorprendernos, han supuesto variaciones inesperadas, como ceder el protagonismo mágico a chicos e incluso a mamás; llevar sin miedo este subgénero a otros terrenos, como sucede en Magical Girl Lyrical Nanoha, cruce de magical girls, ciencia ficción y fantasía; o evadir la dictadura de las demografías para ofrecer relatos que pueda consumir una audiencia más heterogénea, caso de la inquietante Magical Girl Site. Evidentemente, en la profusa industria del hentai, las versiones eróticas del género son también frecuentes.
Y es que todo puede resumirse en una máxima constante en la industria japonesa: “renovarse o morir”. El subgénero de las chicas con poderes ha sabido ir adaptándose a los tiempos y remozarse para atrapar a las nuevas generaciones. De ese modo, se han ido actualizando tanto el envoltorio –diseños de personajes, argumentos generales y su contexto– como el contenido –tocando temas complejos como la soledad, el acoso escolar o la muerte–. Hace tiempo que no basta con presentar a unas heroínas que, usando los poderes obtenidos, se dedican a ayudar a la gente o a luchar contra el mal. Esos personajes han de tener un desarrollo, les tienen que suceder cosas al margen de su “misión”. Tienen que reír y llorar. Luchar por sus sueños y tener dudas. Rebelarse ante la adversidad, pero también temer el futuro. En definitiva, vivir y madurar. Es ahí donde reside en buena medida el porqué del éxito de estas obras: la facilidad con que las seguidoras pueden sentirse identificadas con unas protagonistas de marcada personalidad y que tienen sus propias fortalezas y debilidades.
La fuerza de este subgénero es tal que su influencia resulta palpable en creaciones occidentales que reescriben sus códigos para adecuarlos al público local: en Italia han surgido series sobradamente conocidas como Winx Club y W.I.T.C.H., Francia ha exportado un bombazo como Miraculous: Las aventuras de Ladybug y en Estados Unidos encontramos la genial y alocada Star contra las fuerzas del mal. Incluso en España tenemos un ejemplo significativo en la película Magical Girl (2014), de Carlos Vermut, que narra cómo un padre está dispuesto a hacer cuanto sea necesario para que su hija, enferma terminal, cumpla su último deseo, que no es otro que ponerse el carísimo vestido oficial de su heroína preferida, la magical girl Yukiko.
Bien es cierto que el machismo imperante en la sociedad ha hecho que hasta hace poco las series de chicas mágicas hayan sido motivo de burla e incluso de desprecio habitual entre una parte importante del público masculino, tanto otaku como ajeno a esta afición. ¿Los motivos? Estar dirigidas a muchachas de entre 7 y 16 años, tener un marcado carácter shôjo y kawaii, y su, a menudo, evidente fin comercial –vender productos derivados como muñecas, complementos de moda o productos de maquillaje–. O sea, por ser “para niñas”. Hasta la entrada en el siglo XXI, la del prestigio era una batalla perdida para sus fans. No obstante, actualmente, gracias a los nuevos enfoques para estas historias, aquellos que rechazaban de plano seguir una serie de magical girls ya las ven con otros ojos. El planteamiento de títulos como Puella Magica Madoka Magica o Magical Girl Ore, alejados de los clichés y el tono recurrentes de las series más famosas, e incluso los que sí beben de la tradición, como Sugar Sugar Rune, han hecho cambiar la idea preconcebida sobre estas historias. De justicia es darle parte del mérito a Card Captor Sakura: fieles a su estilo, el cuarteto de mangakas Clamp creó una historia inclasificable por su variedad de personajes y elementos argumentales, con lo que consiguió aunar a públicos muy diversos en torno a las vivencias de esta niña cazadora de cartas mágicas.
Ahora que el injusto menosprecio que vienen sufriendo las magical girls parece menguar, es buen momento para conocer mejor por qué han hecho vibrar a infinidad de fans en medio mundo desde hace décadas, creando auténticos iconos del manga y el anime. Y, sobre todo, es hora de profundizar en su esencia, íntimamente ligada a la particular idiosincrasia de la sociedad japonesa, y descubrir aspectos que, probablemente, nadie te ha explicado aún sobre ellas.
*Prólogo extraído del libro Los secretos de las Magical Girls, disponible en tiendas y en heroesdepapel.es*