‘Soul’, o la no-necesidad de cumplir tus sueños
En una escena de Soul, la última película de Pixar que se ha estrenado directamente en Disney+, el protagonista Joe Garner —dentro del cuerpo de su gato, mientras un alma neonata le posee a él— se adentra en su peluquería habitual de barrio. La escena comienza como un chascarrillo. En cualquier otra película, serviría para jugar con los cambios de cuerpo en tono humorístico y poco más. Pero Pete Docter tiene claro por qué ha llevado allí a su protagonista.
En una conversación de su cuerpo —recordemos, poseído por el alma llamada 22— con el peluquero, este le cuenta que, a pesar de lo que parece, cortar el pelo no era la pasión de su vida. Desde siempre había querido ser veterinario, pero su hija se puso enferma y la única opción que le quedó para ganarse la vida fue estudiar peluquería. Sobre todo, porque era mucho más barato de aprender. Sin embargo, haber tomado este camino no es ningún drama para el personaje. No se siente «atrapado», como según 22 debería estarlo, sino que se siente feliz haciendo lo que hace, a pesar de no haber cumplido lo que supuestamente era su propósito. Finalmente, cuando el protagonista sale de la peluquería le lanza una última pregunta: «¿cómo es que nunca habíamos hablado sobre tu vida?» y la respuesta prácticamente duele más que la pregunta «nunca habías preguntado».
Soul es el reverso de La La Land o Whiplash.
Con esta sencilla escena que huye de las ensoñaciones y peripecias del resto del metraje, Soul consigue transmitir el mensaje contrario por el que su protagonista lleva luchando desde el principio: no es necesario cumplir tus sueños para ser feliz. Cualquier camino es válido, y solo disfrutando del presente puedes llegar realmente a la realización personal. Vale, dicho así parece algo extraído de un libro de autoayuda. Pero visualizar este mensaje —tan necesario para muchos— en una película de Disney es un hito extraordinario.
Desde que el sueño americano llegó a lo más alto con el final de la Segunda Guerra Mundial, cada película de Hollywood nos ha vendido que el único camino digno es el de luchar por tus sueños. Supuestamente, las vidas de héroes como Rocky o Jerry Maguire son las que todos deberíamos llevar, y de lo contrario no somos más que conformistas y/o fracasados.
Esta idea, por más que estuviera matizada por las múltiples visiones de directores distintos, llegó a su máxima con Whiplash y La La Land, las películas de Damian Chazelle que tan bien acogidas fueron por la crítica estadounidense. En resumidas cuentas, ambas películas relatan que el sufrimiento, la tristeza y la soledad son los únicos caminos posibles para llegar el éxito profesional; en concreto en la música o en el cine. Pero, si bien su crudeza sobre el mundo artístico refleja a la perfección el parecer de muchos profesionales frustrados, había algo en su hipótesis que chirriaba. Algo que Pixar, valga la ironía, se ha encargado de reflejar en Soul.
Ojalá haber tenido, cuando era un crío, una película que me enseñara a disfrutar de los pequeños momentos.
Desde el primer minuto, vemos en Joe la misma obsesión que tenía Sebastian Wilder en La La Land. Frustrado por no conseguir su sueño como músico de Jazz, debe conformarse con ser profesor de música en una escuela, algo que considera un fracaso absoluto por más que las personas de su alrededor se empeñen en decirle que es un trabajo muy digno. Pero lo bueno de Soul es cómo consigue darle la vuelta a la tortilla. A diferencia de La La Land, la película no va en absoluto de lograr su sueño, y la mejor prueba de ello es que lo consigue, pero no supone el gran hito que esperaba el protagonista.
Soul va de encontrar la chispa de la vida —nada que ver con el anuncio de Coca Cola—, eso que te lleva a querer vivir y ser feliz. Y, si bien para algunos resulta ser su pasión, como la música o montar a caballo, para otros tantos son pequeños detalles supuestamente insignificantes que, sobre todo, pasan por disfrutar el presente.
La complejidad del mensaje de Soul, de hecho, ha provocado que las redes se llenen de personas que defienden que «no es una película para niños», como ha ocurrido últimamente en tantas otras películas de Pixar. Pero, honestamente, no se me ocurre alguien mejor que un niño para aplicar el mensaje que tan someramente va hilvanando Docter en el filme. Quizás, el problema sea la costumbre malsana que tenemos de ver a los pequeños como infraseres que no son capaces de reflexionar por sí solos, en lugar de las cápsulas de aprendizaje que son en realidad. Y sí, es una película con tantas ramificaciones que un adulto la entenderá, sobre todo por su experiencia, mucho mejor que un niño. Pero ojalá haber tenido, cuando era un crío, una película que me enseñara a disfrutar de los pequeños momentos en lugar de obsesionarme con un sueño que marcara toda mi vida.
Más allá de ser una evidente obra de arte que pasará automáticamente al top de películas de Pixar, la riqueza de Soul llega, sobre todo, al unirla con Inside Out, película que perfectamente podría coexistir en su mismo universo. Pete Docter, tan citado a lo largo del artículo, es el director de ambas obras. En la primera nos enseñó a entendernos internamente, poniendo especial hincapié a abrazar la tristeza como parte de nuestros sentidos. Y en esta segunda ha decidido ir un paso más allá, dejando la experiencia aparte para centrarse en cómo estamos formados; dejando claro que el azar es parte de nuestra personalidad, pero que somos nosotros mismos quienes escogemos nuestro camino.
Tan rica es la nueva película de Pixar, desde la animación y el diseño hasta el guion tan bien tratado, que lo único que lamento a estas alturas es no haberla podido ver en pantalla grande. Duele que una película tan pura pueda ser también el principio del fin de una industria que, más que nunca, necesita nuestro apoyo.
Comentarios (1)
Maruskkas
26 diciembre, 2020 at 4:56 pm
Yo entiendo que las películas cómo estas son para niños y para adultos, la interpretación más o menos profunda la dará la edad de cada espectador, pero, como bien dices, los niños entienden muchas más cosas de las que no pensamos y es buenísimo que existan este tipo de historias y películas.