NBA2K19: Solo para incondicionales de la canasta
¿Qué características convierten a un simulador deportivo en un videojuego excelente? ¿Realismo en sus físicas? ¿Múltiples opciones y modos de juego? ¿Inclusión de equipos y jugadores reales? ¿Una recreación gráfica fidedigna de los mismos? No se me ocurre un mejor punto de partida que plantear estas cuestiones a la hora de analizar una franquicia que ya ha cumplido su mayoría de edad –esta es la vigésima entrega– y que, año tras año, no ha hecho más que superarse para deleitar a los amantes del deporte de la canasta. Porque… sí, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que NBA2K19 es un juego excelente. La cuestión es valorar si ha vuelto a superarse a sí mismo, analizando al detalle cada una de las características señaladas, o si se ha instalado en ese círculo de confort que, paradójicamente, propicia la excelencia.
Parece obvio comenzar resaltando que el éxito de NBA2K reside en su impecable manera de trasladar el espíritu, la profundidad y la espectacularidad del baloncesto a un videojuego. Todos los aficionados a este deporte hemos encontrado aquí un rincón en el que evocar a nuestros ídolos y poner en práctica todos aquellos fundamentos que hemos cultivado en el parqué de una cancha, en el asfalto de las calles o, sencillamente, disfrutando de un buen partido frente al televisor. NBA2K transpira baloncesto por todos sus poros. Desde que el árbitro lanza el balón al aire en el salto inicial, las sensaciones se multiplican: la ejecución de cada lanzamiento a canasta, con una amplia galería de bandejas y mates, el contacto entre jugadores en la zona, la férrea defensa que se traduce en robos y tapones de diferente intensidad… Todo ello sobre la base de un abanico de movimientos calcados de cada uno de los jugadores integrados en las plantillas de los equipos de la liga de baloncesto más importante del mundo. Ese realismo dinámico va acompañado de una reproducción casi exacta de su aspecto físico. En este sentido, el trabajo de Visual Concepts y 2K es encomiable y, un año más, han vuelto a pulirse pequeños detalles que hacen que el nivel de realismo en el juego y el parecido con los jugadores alcance un nivel que roza la locura. Seguro que más de uno habrá vivido en su casa la anécdota de contemplar el rostro de confusión e incredulidad de algún familiar al entrar en el salón, mirar al televisor y comentar: “¿Pero eso es un juego o es un partido de baloncesto que están retransmitiendo ahora mismo?”. Y ya que estamos con anécdotas… En esta nueva edición, la recreación de Pau Gasol es mucho real que nunca, tanto en sus movimientos como en su apariencia física. Y eso, discúlpenme, más allá de lo anecdótico, era una asignatura pendiente que la popular franquicia tenía con nuestro ídolo nacional.
Lo cierto es que los desarrolladores de NBA2K han mostrado a lo largo de estas dos décadas una pasión enfermiza por cuidar los pequeños detalles. Ese, al fin y al cabo, es el reto al que se enfrentan en cada nueva edición: mejorar constantemente lo ya mejorado. Y una vez más han vuelto a hacerlo. El realismo del juego guarda relación directa con el catálogo casi infinito de recursos técnicos que muestran los jugadores. En esta ocasión, ha crecido considerablemente el repertorio de movimientos cerca del aro y de espaldas a la canasta. Es un verdadero deleite ver moverse a los jugadores interiores dentro de la zona. Para la ejecución de lanzamientos cerca de la canasta, contraataques y, en definitiva, para tiros forzados, ahora hemos de tener en cuenta la barra de tiro habitual en cualquier otro tipo de tiro exterior. Las defensas son más difíciles de penetrar y los robos se han convertido en algo cotidiano, pero ni lo uno ni lo otro restan ritmo y velocidad a los partidos. De hecho, las interrupciones han sido eliminadas en gran medida, por lo que la tensión –siempre necesaria– no cesa en ningún momento.
Centrémonos ahora en los modos de juego, donde la variedad de opciones también ha crecido, sobre todo en «Mi equipo», donde nuevamente hemos de coleccionar cartas de jugadores –actuales y clásicos– para crear un equipo a nuestro antojo y enfrentarnos a todo tipo de retos y desafíos, con la oportunidad de hacerlo en solitario o en compañía, en modo local pero también online, con partidillos de uno contra uno, dos contra dos… o en los habituales cinco contra cinco. A la criticada y criticable moneda virtual del juego se suman ahora unas fichas que nos permiten adquirir cartas especiales.
En cuanto al tema de las monedas, parece irrenunciable para cualquier compañía esta fuente de ingresos extra, ya que cualquier jugador con afán coleccionista y con cierta ansia por conseguir completar cuanto antes las diferentes plantillas de jugadores y otros artículos disponibles dentro de la colección no dudará en pasar por caja. Obviamente, existen otras vías para conseguir esas monedas –básicamente jugando y ganando partidos– pero el camino se hará entonces mucho más largo y habremos de emplear decenas y decenas de horas para completar nuestra colección o hacer de nuestro jugador personalizado una estrella de la canasta.
Ese, precisamente, es el objetivo de «Mi carrera» uno de los modos de juego más populares, que nos brinda la posibilidad de crear a un jugador a nuestra imagen y semejanza, con características físicas y técnicas específicas en función de la posición en la que juegue. Partiendo una serie de habilidades que podremos configurar a nuestro antojo, el jugador irá creciendo a nivel deportivo, con el reto final de ocupar un hueco dentro de la élite del baloncesto mundial. Personalmente, este modo de juego nunca me ha entusiasmado especialmente. La historia que adereza la «aventura» siempre ha estado repleta de tópicos y de giros argumentales absurdos, y la tarea de hacer crecer al jugador protagonista siempre me ha resultado bastante tediosa. En este sentido, algo ha cambiado. Para empezar, el juego ha despejado esa sensación de estar controlando a un muñecote rígido y lento en los primeros compases. Y aunque su árbol de habilidades sea todo un camino por recorrer, las posibilidades reales de integrarte en el equipo y en la dinámica de juego desde el primer momento resultan más coherentes que en anteriores ediciones. A esto hemos de sumar las nuevas características de «Mi barrio», donde tendremos más libertad para deambular, comprar un sinfín de artículos, pasar el rato entrenando, retando a otros jugadores en partidos callejeros o matando el tiempo con curiosidades como una ruleta de la fortuna.
Otra novedad refrescante es la manera en que vamos ascendiendo de liga en liga entre las 10 disponibles en el modo “Jugar ya online”. Ahora no basta con ponernos al frente de nuestro equipo favorito –ese que mejor dominamos y con el que más cómodos nos sentimos en la cancha– para ir ganando partidos, sino que hemos de competir siempre entre equipos de nivel similar, siendo obligatorio superar a un equipo de cada nivel para subir de categoría. Un ligero añadido bastante acertado.
No podemos decir lo mismo del nuevo modo General Manager –que se suma al tradicional– donde, además de gestionar de cabo a rabo todas las parcelas de nuestro equipo, asistiremos a una aburridísima historia con unos diálogos que producen somnolencia. El intento por ofrecer una alternativa de juego atractiva se ha quedado en nada en este apartado donde, además, los gráficos han sido poco mimados si tenemos en cuenta la altísima calidad del resto del juego.
Por lo demás, sería injusto dictaminar que echamos en falta ciertas opciones o características, pues la experiencia de jugar a NBA2K19 para cualquier aficionado al baloncesto es tremendamente gratificante. De hecho, podríamos señalar que estamos ante el mejor simulador deportivo del momento, dentro de una franquicia que mejora año tras año. Algo que, dicho sea de paso, no resulta fácil cuando el listón está tan alto. Pero como la sed de baloncesto puede resultar insaciable, no podemos dejar de reprochar a Visual Concepts el hecho de haber dejado de mirar a Europa para sumar en su listado de plantillas a algunos de los equipos más laureados a este otro lado del charco. Incluso, por qué no, haber escudriñado en otras latitudes del planeta, por no hablar también de haber incluido la liga femenina norteamericana. Puestos a pedir, ¿por qué no incorporar también un sistema de registro de estadísticas acumuladas para los jugadores y plantillas que vamos conformando en “Mi equipo”? Al fin y al cabo, el gusto por el detalle ha sido una de las razones del éxito de una franquicia que ha sabido captar la esencia del baloncesto y seducir a los aficionados a este deporte.
A los recién llegados: no esperen aquí pinceladas arcade, ni facilidades en el juego, ni nada que se le parezca. NBA2K19 es un simulador muy exigente, que apenas dará concesiones a aquellos quieran pasar el rato “echando unas canastitas”. Es de esos títulos puntuales es los que TODOS los botones del mando tienen asignadas funcionalidades, y la destreza, en este sentido, se convierte en un arma eficaz contra nuestros adversarios. El verdadero gozo en este título se alcanza tras mucho entrenamiento. Tal vez por ello podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que se trata de un juego no apto para todos los públicos pero absolutamente imprescindible para incondicionales de la canasta. NBA2K19 es BA-LON-CES-TO. Escrito así, con letras mayúsculas.
Esta crítica ha sido elaborada tras jugar a la versión de este título para Playstation 4.