Journey to the Savage Planet: ciencia ficción y comedia
La ciencia ficción ha nutrido el mundo del videojuego desde sus inicios (y estoy pensando en Space Invaders, pero también en Yar’s Revenge o Galaga), y en esta etapa de madurez (aunque esta aseveración es rebatible) no se aleja de ese género que viera sus inicios en Frankenstein de Mary Shelley, o Jules Verne, y en autores contemporáneos tan importantes como Anna Starobinets o Rafael Marín. En el videojuego hoy día hemos tenido importantes lanzamientos; me vienen a la cabeza las sagas Mass Effect, Fallout o Halo, más recientemente mi favorito ha sido No Man’s Sky, que eleva la ciencia ficción a otra dimensión y lo hace mirando hacia las grandes sagas literarias, a Fundación, a Dune.
Y para los que todavía sigan metidos de lleno en la moda de odiar la obra de Hello Games, que echen un vistazo a las actualizaciones gratuitas que han convertido este en uno de los mejores juegos de la generación que ahora nos deja.
El humor, por contra, no ha tenido una representación tan amplia. Cierto que las aventuras gráficas más clásicas se han nutrido de esto para llenar de carcajadas a toda una generación de jugadores. Sierra y LucasArts son los maestros indiscutibles, con un humor tan absurdo como el de la saga Monkey Island, Grim Fandango, Maniac Mansion; o humor picante como el de la saga Larry (que ha vuelto a la palestra con Larry Wet Dreams Don’t Dry, de CrazyBunch). Uno de los recientes lanzamientos de humor que más he podido disfrutar ha sido Zenith, del equipo Infinigon Games, que ofrece un RPG de humor al estilo de lo leído en las ingentes y notables obras de Terry Pratchett. Y el otro, claro, es el que da título a esta opinión: Journey to the savage planet, desarrollado por Typhoon Studios y distribuido por 505 Games.
Como si combináramos Zenith con No Man’s Sky, nos encontramos con un juego de aventuras lleno de color, acción y humor con bastante mala baba. Una suerte de guion que se mira en Douglas Adams (Guía del autoestopista galáctico) y nos presenta a una especie de franquicias espaciales que envían trabajadores a planetas de nuestro universo en los que recoger recursos. Claro que en ninguno de estos destinos debería haber vida inteligente… hasta que comienza nuestra aventura. Unos restos arqueológicos (o no tanto…) en nuestro planeta de destino nos obligarán a investigar, descubrir una trama de lo más alienígena (nunca mejor dicho) y de paso desenvolvernos con una serie de habilidades y gadgets de lo más variopintos.
Journey to the savage planet es un juego de aventuras, eso vaya por delante, donde el argumento es más bien escaso. Una serie de chascarrillos bastante graciosos sirven al mismo tiempo como aligero de la acción y como contexto de la misma. Una serie de vídeos en la nave (que funciona como base de operaciones y lugar en que desarrollar a nuestro personaje) grabados por actores y con un nivel bastante bueno de humor, nos explicarán en qué tipo de sociedad nos encontramos: una en que la gente se alimenta con un moco verde que puede saber a cualquier cosa (en apariencia); una en la que se encoge a la gente para que quepan en un centro comercial diminuto, o en la que se puede construir un ayudante de carne… Una locura.
Journey to the savage planet lleva el humor a su jugabilidad con una serie de misiones aventureras para las que debemos ir desbloqueando herramientas, armas y atajos por el escenario, mientras se nos va revelando que el planeta en que nos encontramos es bastante más salvaje de lo que parecía a simple viste.
El humor en el título es sin duda lo mejor, porque su duración es bastante limitada, su rejugabilidad no demasiado aprovechada y su guion como tal no cala demasiado. Es divertido porque busca el chiste sencillo, sin demasiadas pretensiones, y su complejidad es simple. Gráficamente es bastante bonito (recordando en muchas ocasiones al citado No Man’s Sky), y aunque el diseño de niveles (en este caso del planeta) no es que sea algo magnífico, cumple con su función sin más. En lo que a exploración se refiere, la combinación de herramientas propias de la mochila (salto, propulsión…) con armamento (eliminar bloqueos o quemar plantas) hacen que el bactracking quede justificado, aunque le faltan, quizás, alicientes para ello.
En el Olimpo de los juegos humorísticos (si es que existe eso) Journey to the savage planet no es que vaya a tener un sitio predilecto, pues la competencia aunque escasa es feroz, pero nos hace pasar unas horas agradables. No es que invente nada, y se queda bastante escueto en contenido, pero resulta muy divertido en algunas secciones y tiene un acabado bastante vistoso. Quizás si hubiera que enfrentarle junto a los mastodontes que se vienen a partir del segundo tercio del año (cosa que sería injusta, pues estamos ante una producción más bien modesta) palidecería tremendamente y volaría bajo el radar, pero ha sido un inicio de año bastante ligero de superproducciones, por lo que Journey to the savage planet puede ser un buen entrante para los platos fuertes que están por venir.