NBA 2K20: Un espectáculo deportivo con sabor a déjà vú
Los aficionados al baloncesto y a los videojuegos hemos incorporado ya a nuestra lista de citas anuales ineludibles cada nuevo lanzamiento de la franquicia 2K. Como si se tratara de un bálsamo para calmar las ansias de que comience la nueva temporada en la NBA, el videojuego de Visual Concepts apacigua nuestros ánimos y se revela como un digno aperitivo servido antes del plato fuerte otoñal. Ahora, con la temporada baloncestística ya iniciada y un buen puñado de horas con el mando de la consola entre mis manos, llega el momento de evaluar si esta nueva entrega de NBA 2K ha cumplido con las expectativas. Un dictamen cuanto menos complicado si tenemos en cuenta que se trata de un simulador deportivo que ha renovarse anualmente para seguir contentando a los jugadores más devotos. Pero vayamos por partes.
Como no podía ser de otra forma, el primer aspecto a valorar de esta nueva edición tiene que ver con las novedades incluidas en el apartado de la simulación. En este sentido, podemos afirmar sin titubeos que el juego vuelve a subir un peldaño en su ascenso hacia el realismo absoluto. Si ya en la entrega anterior el grado de inmersión era más que notable, las nuevas físicas aplicadas a los movimientos de los jugadores y sobre todo, al comportamiento del balón, hacen que la sensación de que estamos viviendo un auténtico partido de baloncesto sea más intensa aún. Ahora el balón parece tener vida propia, o más bien la propia vida que un balón puede tener dentro de una cancha de baloncesto. Lo comprobamos cada vez que algún jugador realiza un tapón, pues a veces sale despedido a varios metros de distancia y en otras ocasiones sencillamente es punteado y la trayectoria es desviada lo suficiente para que el balón no acabe dentro del aro. También se han depurado los movimientos de los jugadores, con nuevas animaciones y gestos, ampliando el repertorio de acciones de espaldas a la cansta, diferentes y variadas formas de machacar el aro… En el apartado defensivo, la ejecución de los robos resulta ahora más complicada, pero el sistema implementado es bastante efectivo: habrá que estar atento a algún pequeño descuido del jugador atacante, a ese instante en el que intente driblar y deje el balón al descubierto o sencillamente no se preocupe por protegerlo. Será entonces cuando la línea circular dibujada alrededor de los pies del jugador se vuelva discontinua y efectuemos el robo pulsando el botón de acción correspondiente.
En el apartado visual, tal vez tengamos cierta sensación de déjà vú, pues el juego mantiene intactos ciertos componentes de la interfaz de la edición anterior, por no hablar de los elementos que llenan de vida cada una de las canchas de baloncesto que podemos visitar. Aquí vamos a descubrir las mismas coreografías en las animadoras de años anteriores, si bien este año se han incluido nuevas animaciones en el público así como algún baile con nuevos protagonistas: niños y niñas. Por lo demás, el nivel del parecido físico alcanzado con la inmensa mayoría de los jugadores es francamente reseñable, sobre todo si tenemos en cuenta el interminable listado de estrellas –del presente y del pasado– que se dan cita en el videojuego. Un listado, dicho sea de paso, que parece engordar y engordar año tras año. Algo que solo puede ser valorado de manera positiva por los apasionados al mundo de la canasta.
Hablemos a continuación de los modos de juego. Pese a que «Mi Carrera» no ha sido nunca una de mis preferencias personales a la hora de jugar, se trata de una de las opciones favoritas para la inmensa mayoría de usuarios. Siempre he encontrado aburrida y lenta la dinámica evolutiva de nuestro avatar, inmerso en una historia, por lo general, llena de tópicos y estereotipos del jugador de baloncesto que sueña con alcanzar la gloria en el Olimpo de la NBA. En esta ocasión, sin embargo, la trama argumental resulta algo más coherente, con una historia de superación donde la ética y el compañerismo marcan el devenir de nuestro protagonista.
Dicen que rectificar es de sabios. A este respecto, una de las novedades más plausibles de NBA2k20 es la modificación del sistema de premios y micropagos implementados en el juego. Vaya por delante mi absoluta disconformidad y rechazo a esta estrategia de las grandes compañías para generar ingresos. Una política que personalmente solo puedo justificar en casos de juegos free to play, pero que se revela injusta y cicatera cuando el cliente ya ha pasado previamente por caja para adquirir el producto en cuestión. En 2K son sabedores del espíritu coleccionista que habita en el interior de muchos jugadores y se aprovechan de esta circunstancia, pues no hay un camino más directo para hacer que nuestro avatar progrese en «Mi Carrera» que comprando habilidades con dinero contante y sonante, y no hay manera más rápida de hacer crecer nuestra colección de cartas que haciendo uso de nuestra tarjeta de crédito al adquirir sobres. Dicho esto, hemos de reconocer que el sistema de recompensas de este año es mucho más justo y equilibrado. Esto nos lleva a entrar de lleno en mi modo de juego favorito, «Mi equipo», al que suelo dedicar más horas y con el que más disfruto. Solo por conectarnos cada día, recibiremos un premio en forma de MT (la moneda específica de este modo de juego), fichas o tokens (canjeables por jugadores históricos) o sobres de cartas de diferente naturaleza. Además, al final de la semana podremos hacer girar una ruleta en la que ganar premios incluso más suculentos. Una ruleta que, unida a la máquina de caída de la bola (pachinko) ya vista en la anterior entrega y ahora mejorada, ha llegado acompañada de cierta polémica «por fomentar la ludopatía».
Dejando a un lado este debate, lo cierto es que el juego es ahora mucho más generoso con el jugador. Obviamente, sigue resultando una quimera superar determinadas barreras a la hora de engrosar nuestra colección si no es comprando sobres de cartas, algo que debería revisarse en futuras ediciones o 2k acabará fulminando la paciencia de los seguidores más fieles. Sin duda, una de las novedades más interesantes de este modo «Mi equipo» es la inclusión de cartas «Evolución», esto es, jugadores que irán evolucionando, mejorando sus habilidades, al cumplir ciertos objetivos: anotar una serie de puntos, repartir asistencias, rebotes, triples… Ahora, además, el apartado «Dominación» ha sido renovado para hacerlo más accesible a todo tipo de usuarios. Para ello, podremos elegir entre tres niveles de dificultad y conseguir entre una y tres estrellas con las que desbloquear nuevos partidos.
Por lo demás, creo que poco se puede reprochar a 2K en su esfuerzo por renovar la franquicia si tenemos en cuenta que esta nueva edición ha incorporado la liga femenina norteamericana, con todas las particularidades que podamos imaginar a nivel de mecánicas si la comparamos con el baloncesto masculino. Una inclusión digna de elogio que se antojaba más que necesaria. El siguiente paso lógico será integrar a jugadoras y equipos femeninos en los diferentes modos de juego, pues de momento solo se pueden jugar partidos aislados con ellas.
2K sigue ofreciendo baloncesto con letras mayúsculas, con un realismo enfermizo que a nadie puede dejar indiferente, explotando la fórmula comercial de una nueva edición cada año, cuando tal vez bastaría una actualización –extensa, eso sí– de plantillas. Por ello, solo nos queda desear que la evolución de cara al año que viene sea mucho más palpable, con algún nuevo modo de juego, explorando las posibilidades del apartado estadístico –al que tanto apego suelen tener los más exquisitos aficionados al baloncesto– de los jugadores que vamos reclutando en nuestra colección de cartas, incluyendo competiciones europeas… Por lo demás, poco se le puede reprochar a este excelso simulador de baloncesto. Nada, por el momento, nos aleja lo suficiente como para dejar de acudir nuevamente a la pertinente cita de cada año con el deporte de la canasta. Es hora de encender la consola y saltar a la cancha. El balón está en el aire.
Esta crítica ha sido elaborada tras jugar a la versión de este título para Xbox One X.